LA NUEZ DE ARRIBA: AGUDEZA GASCONA...

Buenas tardes Victoria: Hace frío; pero pensando en el que están pasando por nuestra tierra, esto es gloria. Ya habrás visto por el telediario que aquello parece Siberia. Por cierto: En la película "El Doctor Zhivago" estuvieron tres meses por tierras sorianas para rodar las escenas de nieve y en todo el tiempo apenas cayeron dos dedos de espesura. Se podían haber ido a Siberia de verdad, que es donde se desarrollaba la escena y no hubiesen perdido ni un minuto de tan preciado periodo de espera. De Deza llevaron una par de docenas de grajos que tenían que salir en escena y ni se les vio. A los que los pillaron y llevaron, les obsequiaron con una cena.

Se está muy bien en casita. Yo estoy solo pues la mujer se ha ido hacer labores de almazuela.

Un abrazo. l

AGUDEZA GASCONA
Un oficial gascón había recibido de Luis XIV una gratificación de ciento cincuenta doblones
y, recibo en mano, entra sin hacerse anunciar en casa del señor Colbert, que estaba
sentado a la mesa con varios caballeros.
-Señores, ¿cuál de vosotros -pregunta con un acento que delataba su patria-, quién, os lo
ruego, es el señor Colbert?
-Yo, señor -le responde el ministro-. ¿En qué puedo serviros?
-Una fruslería, señor. Se trata tan sólo de una gratificación de ciento cincuenta doblones
que es preciso que me descontéis en seguida.
El señor Colbert, que se da perfecta cuenta de que el personaje se prestaba a la burla, le
pide permiso para acabar de cenar y, para que no se impaciente, le ruega que se siente a la
mesa con él.
-Con mucho gusto -contestó el gascón-, excelente idea, pues no he cenado todavía.
Terminada la comida, el ministro, que ha tenido tiempo de prevenir al encargado mayor,
dice al oficial que ya puede subir al despacho, que su dinero le espera; el gascón
sube... pero no le entregan más que cien doblones.
- ¿Queréis bromear, señor? -dice al funcionario-. ¿O no véis que mi orden dice ciento
cincuenta?
-Señor -le contesta el escribiente-, veo perfectamente vuestra orden, pero os descuento
cincuenta doblones por la cena.
- ¡Pardiez, cincuenta doblones! Si en mi posada me cuesta sólo diez sueldos!
-Os creo, pero allí no tenéis el honor de cenar con un ministro.
-Perfectamente -replica el gascón-, en ese caso, señor, guardároslo todo; mañana traeré
a uno de mis amigos y estamos en paz.
La respuesta y la broma que le había provocado hicieron reír durante un rato a la corte;
se añadieron los cincuenta doblones a la gratificación del gascón, que regresó triunfalmente
a su tierra, hizo el elogio de las cenas del señor Colbert, de Versalles y de cómo
era allí recompensado el ingenio del Garona.