Dejó la tierra como paloma
que abandonada su alero deja
y errante sigue de loma en loma
tras del amado que se le aleja...
Le dio la tumba refugio blando
y allí a su lado siguióle hablando
junto a los mares, el caracol,
del sueño eterno la eterna espera,
y de ese humano vivir soñando
sola y distinta dicha sincera ...
Y de la concha susurradora,
la amable historia, doliente asaz,
seguía oyendo la pescadora
vaga y distante cada vez más;
la sombra triste de otros amores
cruzaba a veces por sus rumores;
hasta que un día trajo el destino,
con los clamores de un torbellino
y entre infinitos ecos perdida,
la última queja del peregrino...
Y el tiempo alado siguió en su vuelo,
y en sus mudanzas siguió la mar,
y al campo santo más de un abuelo
en la caleta fue a descansar:
siempre escuchando la voz lejana
la pescadora tornóse anciana;
barcos ignotos aves de paso
ya del oriente, ya del ocaso
la mar surcaban cada mañana;
sólo aquel loco bajel risueño ...
Y siempre, siempre la suspirante
y humilde prenda de amor, seguía
contando historias del nauta errante
llenas de inmensa melancolía:
ya eran nostalgias desconsoladas,
en lo infinito del mar lloradas,
noches de nieve que el viento azota,
miserias y hambres en tierra ignota;
triste cortejo que siempre avanza
por esas rutas, en que sus huellas ...
Y con los años la niña hermosa
cuya frescura ya ajaban canas,
mirando al agua desde la choza,
vio marchitarse la tinta rosa
de sus mejillas, antes lozanas...
Aún no clareaba detrás del monte
Y ya copiaban el horizonte
sus grandes ojos color de mar;
y en ellos iban las golondrinas,
en sus revuelos de peregrinas, ...