Amo la vida sencilla de las cosas.
¡Cuántas pasiones vi deshojarse, poco a poco,
con cada cosa que se alejaba!
Pero tú no me comprendes y sonríes.
Y piensas que estoy enfermo.
VIII
¡Oh, estoy verdaderamente enfermo!
Y muero un poco cada día.
Ves: como las cosas.
No soy, pues, un poeta:
¡sé que para ser llamado poeta es preciso
vivir otro tipo de vida!
Yo no sé, Dios mío, sino morir.
Amén.
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