LA NUEZ DE ARRIBA (Burgos)

El agua, dívino tesoro
Foto enviada por Las Matas

Dicen las malas lenguas que se dirigió a Cornombre, donde había otro lobo soltero a quién engañar y cuentan las leyendas que siguió haciendo de las suyas.

Del pobre lobo nunca más se supo, la última vez que lo vieron fué en Villaceid, pero ya era muy viejo, no tenía casi dientes, estaba sordo, veía muy mal y cuentan que vivía de la caridad cristiana.

(DEDICADO A NUESTROS ANTEPASADOS QUE NOS LEGARON ESTAS MARAVILLOSAS HISTORIAS)
LA ZORRA “MARUXIÑA” Y EL LOBO “XUAN”
Érase una vez una zorra que se llamaba Marusiña y un lobo que se llamaba Xuán, tenían la guarida en el monte de “Valdelablano” término municipal de Garueña, limítrofe con el de Sosas del Cumbral y Villapán y ejercían sus fechorías por toda “la redonda”.
El año de caza era muy malo, ambos tenían solo el pellejo y se les marcaban todas las costillas y decidieron unirse para cazar a ver si así pintaban mejor las cosas y podían llevarse algo caliente a la boca, ... (ver texto completo)
Dar y dar más es la única manera de tener y tener más. (Dale Carnegie)
El agua apaga el fuego llameante; la limosna perdona los pecados. (Eclesiástico)
Dad de lo poco que tengáis a quienes tienen todavía menos que vosotros. (Henri Lacordaire)
Dar y dar más es la única manera de tener y tener más. (Dale Carnegie)
Dad de lo poco que tengáis a quienes tienen todavía menos que vosotros. (Henri Lacordaire)
Amor, en fin, que todo diga y cante,
amor que encante y deje sorprendida
a la serpiente de ojos de diamante
que está enroscada al árbol de la vida.

Ámame así, fatal cosmopolita,
universal, inmensa, única, sola
y todas; misteriosa y erudita:
ámame mar y nube, espuma y ola.
Sé mi reina de Saba, mi tesoro;
descansa en mis palacios solitarios.
Duerme. Yo encenderé los incensarios.
Y junto a mi unicornio cuerno de oro,
tendrán rosas y miel tus dromedarios.
O negra, negra como la que canta
en su Jerusalén al rey hermoso,
negra que haga brotar bajo su planta
la rosa y la cicuta del reposo...
Amor, en fin, que todo diga y cante,
amor que encante y deje sorprendida
a la serpiente de ojos de diamante
que está enroscada al árbol de la vida.

Ámame así, fatal cosmopolita,
universal, inmensa, única, sola
y todas; misteriosa y erudita:
ámame mar y nube, espuma y ola.
En tanto mueven tigres y panteras
sus hierros, y en los fuertes elefantes
sueñan con ideales bayaderas
los rajahs, constelados de brillantes
O negra, negra como la que canta
en su Jerusalén al rey hermoso,
negra que haga brotar bajo su planta
la rosa y la cicuta del reposo...
O con amor hindú que alza sus llamas
en la visión suprema de los mitos,
y hacen temblar en misteriosas bramas
la iniciación de los sagrados ritos.
En tanto mueven tigres y panteras
sus hierros, y en los fuertes elefantes
sueñan con ideales bayaderas
los rajahs, constelados de brillantes
que aun ignorase en la sagrada Kioto,
en su labrado camarín de plata
ornado al par de crisantemo y loto,
la civilización del Yamagata.
O con amor hindú que alza sus llamas
en la visión suprema de los mitos,
y hacen temblar en misteriosas bramas
la iniciación de los sagrados ritos.
Ámame japonesa, japonesa
antigua, que no sepa de naciones
occidentales; tal una princesa
con las pupilas llenas de visiones,
que aun ignorase en la sagrada Kioto,
en su labrado camarín de plata
ornado al par de crisantemo y loto,
la civilización del Yamagata.
Diré que eres más bella que la Luna:
que el tesoro del cielo es menos rico
que el tesoro que vela la importuna
caricia de marfil de tu abanico.
Ámame japonesa, japonesa
antigua, que no sepa de naciones
occidentales; tal una princesa
con las pupilas llenas de visiones,
Ámame en chino, en el sonoro chino
de Li-Tai-Pe. Yo igualaré a los sabios
poetas que interpretan el destino;
madrigalizaré junto a tus labios.
Diré que eres más bella que la Luna:
que el tesoro del cielo es menos rico
que el tesoro que vela la importuna
caricia de marfil de tu abanico.
¡Oh bello amor de mil genuflexiones:
torres de kaolín, pies imposibles,
tasas de té, tortugas y dragones,
y verdes arrozales apacibles!
Ámame en chino, en el sonoro chino
de Li-Tai-Pe. Yo igualaré a los sabios
poetas que interpretan el destino;
madrigalizaré junto a tus labios.
¿Los amores exóticos acaso...?
Como rosa de Oriente me fascinas:
me deleitan la seda, el oro, el raso.
Gautier adoraba a las princesas chinas.
¡Oh bello amor de mil genuflexiones:
torres de kaolín, pies imposibles,
tasas de té, tortugas y dragones,
y verdes arrozales apacibles!