Hoja que apenas se mueve ya se siente desprendida: voy a seguirte queriendo todo el día.
Yo sueño con tu amor... Una infinita dulzura sube del florido huerto... ¿Por qué el ensueño de una margarita, hoja tras hoja mi saudade arranca, si en la penumbra del balcón abierto falta esta tarde tu silueta blanca?
Sopla el poniente, y al oriente se apilan las hojas secas.
¡Oh! Te has ido, te has ido, amada, en una tarde de invierno y mi corazón es una flor marchita hoja de un poema viejo hace tiempo arrugada echada al cesto o debajo de la mesa.
No hay hoja que se mueva. Temor reverencial, en la arboleda de verano.
El bosque en verano ninguna hoja se mueve así asusta.
En ocasiones solemos coger la pluma y escribimos, sobre una hoja en blanco, signos que dicen esto y aquello: todos los conocen, es un juego que tiene sus reglas.
Ni una sola hoja, no duerme ni la luna en este sauce.
Cuando la hoja del bosque cae sobre los prados, cuando el viento nocturno la arrebata a los valles, yo quisiera también ser esa hoja caída: ¡Arrastradme como ella, aquilones, borrascas!
Entre montañas profundas en mi sombrero el sonido de la hoja.
La carne despierta, siente los barrotes de su prisión. De noche una prostituta borracha camina por una calle obscura, sembrando los fragmentos de una canción como si fueran pétalos.
Todos los silencios de la tierra son pétalos de tu flor.
Tu boca en mi boca, pétalos de rosa.
La rosa tiene espinas, pero… ¿Tiene pétalos el atún?
Todos los silencios de la tierra son pétalos de tu flor.
Confusas entre los pétalos alas de pájaros.
La rosa tiene espinas, pero… ¿Tiene pétalos el atún?
Los pétalos de la rosa amarilla. ¿Tiemblan y caen al ruido de los torrentes de agua?