Por mi silencio existes.
No necesitas la realidad de la forma,
ni la piel, ni el relieve de las venas…
ni el contorno del labio superior.
Prescindes ya del nombre.
Yo espero otro para nombrarte,
un nombre que convenga a tu ser nuevo.
El nombre que los ángeles pronuncian en voz baja
y aún no ha abierto su
flor al borde de mi oído.