Y no quiero por rescate
que tu dama me presente
ni las alfombras más finas
ni las granas más alegres.
Anda con Dios, sufre y ama,
y vivirás, si lo hicieres,
con tal que cuando la veas
hayas de volver a verme.»
Apeóse del caballo,
y el moro tras él desciende,
y por el suelo postrado
la boca a sus pies ofrece.
«Vivas mil años, le dice,
noble capitán valiente,
pues ganas más con librarme
que ganaste con prenderme.
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