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LA NUEZ DE ARRIBA (Burgos)

Casa,,1
Foto enviada por Victoria Serna,

En la sombra estaban sus ojos
y sus ojos estaban vacíos
y asustados y dulces y buenos
y fríos.

Allí estaban sus ojos y estaban
en su rostro callado y sencillo
y su rostro tenía sus ojos
tranquilos.
YO NO LO SÉ DE CIERTO

Yo no lo sé de cierto, pero supongo
que una mujer y un hombre
algún día se quieren,
se van quedando solos poco a poco,
algo en su corazón les dice que están solos,
solos sobre la tierra se penetran,
se van matando el uno al otro.

Todo se hace en silencio. Como
se hace la luz dentro del ojo.
El amor une cuerpos.
En silencio se van llenando el uno al otro.

Cualquier día despiertan, sobre brazos;
piensan entonces que lo saben todo.
Se ven desnudos y lo saben todo.

(Yo no lo sé de cierto. Lo supongo)

Jaime Sabines ... (ver texto completo)
Cuando su padre lo castigaba le ataba las manos con un cordel, lo colgaba de una viga y le daba garrote con un zurriago. Y a sus hijos les decía: «Si el que voy a castigar sale corriendo le pego un tiro en una pata aunque eso me obligue a sostenerlo en una cama durante meses». La madre lo castigaba un poco menos cruel: lo tiraba al suelo, le ponía un pie sobre la nuca y le daba con una soga de esas de enlazar novillos.

Así que Inocencio Grajales huyó de su casa a los catorce años y se marchó bien ... (ver texto completo)
Sin embargo, ella era una de las dos personas que sabían con certeza lo que había ocurrido, pero no se lo contaban a nadie: Inocencio Grajales se dejó convencer por el empleado de la trilladora de Juancho Morales para que llevara un «encargo» al país del norte, en unos saquitos de café como equipaje de mano. En el Aeropuerto de Miami su aspecto humilde y su nerviosismo lo delataron de inmediato y a su pobreza empeorada se le sumarán veinte años de cárcel por traficar con el «polvo blanco».
El último domingo Inocencio Grajales se bañó, se afeitó, se puso la camisa dominguera, empacó varias arrobas de café en sacos de fique, se despidió y

— ¡Arree mulas jodidas!...

En la trilladora habló una vez más con el hombre que desde semanas atrás venía haciéndole una propuesta. Esta vez Inocencio lo escuchó en serio mientras veía tostar el café, la molienda, el empaque, la degustación de la bebida por los catadores que establecían el aroma y el sabor.

Al día siguiente, como siempre madrugó ... (ver texto completo)
Cuando su padre lo castigaba le ataba las manos con un cordel, lo colgaba de una viga y le daba garrote con un zurriago. Y a sus hijos les decía: «Si el que voy a castigar sale corriendo le pego un tiro en una pata aunque eso me obligue a sostenerlo en una cama durante meses». La madre lo castigaba un poco menos cruel: lo tiraba al suelo, le ponía un pie sobre la nuca y le daba con una soga de esas de enlazar novillos.

Así que Inocencio Grajales huyó de su casa a los catorce años y se marchó bien ... (ver texto completo)
Fabricaba licores para consumir en las parrandas y con la aprobación de su mujer escogía el trago para la fiesta del sábado siguiente, organizada sin motivo aparente. El día de la fiesta los campesinos invitados llegaban a caballo de fincas y veredas ornadas de abedules y eucaliptos. Inocencio Grajales los requisaba para asegurarse de que no portaban otro tipo de armas distinto a los machetes, que guardaba en una pieza asegurada con candado.

En La Felicia se comentaba, y por más que se comentaba ... (ver texto completo)
El último domingo Inocencio Grajales se bañó, se afeitó, se puso la camisa dominguera, empacó varias arrobas de café en sacos de fique, se despidió y

— ¡Arree mulas jodidas!...

En la trilladora habló una vez más con el hombre que desde semanas atrás venía haciéndole una propuesta. Esta vez Inocencio lo escuchó en serio mientras veía tostar el café, la molienda, el empaque, la degustación de la bebida por los catadores que establecían el aroma y el sabor.

Al día siguiente, como siempre madrugó a las cinco de la mañana, escurrió su vejiga y ordeñó las vacas. Era la hora en que, desde que él tenía escasos cinco años, su padre lo hacía levantar para coger café:

— ¡A trabajar bellaco! —le decía arrancándole las cobijas.

Y como si fuera todo un chapolero el chiquillo tenía que trabajar a pleno sol, con un sombrero de jipi japa puesto, para llenar varios tarros con las cerezas del café, ya fuere de palos altos o de palos bajos como el caturro. ... (ver texto completo)
—A pesar de ser pobres no nos faltaba la comida y teníamos nuestra finquita —dijo su mujer.

Era cierto que Inocencio Grajales fabricaba licores con fórmulas caseras. También era cierto que se iba para el pueblo, hacía detener las mulas a la orilla de una quebrada, les desamarraba las canecas a medio llenar de leche y mazamorra para vender en el pueblo y las «completaba» echándoles con una totuma agua sucia de la corriente. Volvía y amarraba las canecas y, golpeando con el zurriago los ijares de ... (ver texto completo)
Fabricaba licores para consumir en las parrandas y con la aprobación de su mujer escogía el trago para la fiesta del sábado siguiente, organizada sin motivo aparente. El día de la fiesta los campesinos invitados llegaban a caballo de fincas y veredas ornadas de abedules y eucaliptos. Inocencio Grajales los requisaba para asegurarse de que no portaban otro tipo de armas distinto a los machetes, que guardaba en una pieza asegurada con candado.

En La Felicia se comentaba, y por más que se comentaba ... (ver texto completo)
De modo que en La Felicia no podían más que preguntarse: ¿cómo fue que terminó en la cárcel un pobre hombre que, además de buen padre y marido, no hacía más que trabajar y trabajar?

El penúltimo domingo en la mañana Inocencio Grajales se dio un baño, se afeitó, se puso su camisa dominguera, preparó dos mulas y las cargó con bultos de café, se despidió de su mujer y sus cuatro hijos y se fue camino a La Felicia.

En el pueblo vendió los bultos de café a una trilladora de Juancho Morales. Como ... (ver texto completo)
—A pesar de ser pobres no nos faltaba la comida y teníamos nuestra finquita —dijo su mujer.

Era cierto que Inocencio Grajales fabricaba licores con fórmulas caseras. También era cierto que se iba para el pueblo, hacía detener las mulas a la orilla de una quebrada, les desamarraba las canecas a medio llenar de leche y mazamorra para vender en el pueblo y las «completaba» echándoles con una totuma agua sucia de la corriente. Volvía y amarraba las canecas y, golpeando con el zurriago los ijares de ... (ver texto completo)
EL ARREO DE LA MULA
Rubén López

Inocencio Grajales fue a parar a la cárcel sin que nadie supiera el porqué. ¿Cómo es eso, se preguntaban en el pueblo, de que un humilde caficultor fuera condenado a veinte años de prisión?

Su mujer, dedicada a la cestería, contó sobre los últimos días:

Inocencio madrugaba con el alba. Al poco rato, en la cocina se sentía un aroma de café molido y tostado. Aprontaba el canasto y recolectaba los frutos cereza, con la despulpadora separaba las semillas de ... (ver texto completo)
De modo que en La Felicia no podían más que preguntarse: ¿cómo fue que terminó en la cárcel un pobre hombre que, además de buen padre y marido, no hacía más que trabajar y trabajar?

El penúltimo domingo en la mañana Inocencio Grajales se dio un baño, se afeitó, se puso su camisa dominguera, preparó dos mulas y las cargó con bultos de café, se despidió de su mujer y sus cuatro hijos y se fue camino a La Felicia.

En el pueblo vendió los bultos de café a una trilladora de Juancho Morales. Como ... (ver texto completo)
EL ARREO DE LA MULA
Rubén López

Inocencio Grajales fue a parar a la cárcel sin que nadie supiera el porqué. ¿Cómo es eso, se preguntaban en el pueblo, de que un humilde caficultor fuera condenado a veinte años de prisión?

Su mujer, dedicada a la cestería, contó sobre los últimos días:

Inocencio madrugaba con el alba. Al poco rato, en la cocina se sentía un aroma de café molido y tostado. Aprontaba el canasto y recolectaba los frutos cereza, con la despulpadora separaba las semillas de ... (ver texto completo)
Buenos dias, feliz sábado para todos y un abrazo para Victoria y rosas.
Buenos dias Montse

Te deseo un bonito dia y que lo disfrutes

Un besinnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn
Buenos dias, feliz sábado para todos y un abrazo para Victoria y rosas.
Aunque el final del mundo sea mañana, hoy plantaré manzanos en mi huerto. Lutero
Atreveos: el progreso solamente se logra así: Víctor Hugo
Así corrompe el ocio al cuerpo humano, como se corrompen las aguas si están quedas. Ovidio
El que gusta de ser adulado es digno del adulador.