LA CANCION DEL CAMINO
Era un camino negro.
La noche estaba loca de relámpagos. Yo iba
en mi potro salvaje
por la montañosa andina.
Los chasquidos alegres de los cascos,
como masticaciones de monstruosas mandíbulas
destrozaban los vidrios invisibles
de las charcas dormidas.
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La
posada! El nervioso
látigo persignó la carne viva
de mi
caballo, que rasgó los aires
con un largo relincho de alegría.
Y como si la selva
comprendiese todo, se quedó muda y fría.
Y hasta mí llegó, entonces,
una voz clara y fina
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