En una ocasión en que me enfrenté
a esa mujer y le reclamé su actitud y su
injusticia e incluso la amenacé con lanzarla
de la casa en compañía de sus hijos... me respondió
que la propietaria de la casa era ella y que
el que tenía que largarse era yo...
Mi hijo me rogó que no ingresara al asilo y
a pesar de que incluso débilmente me
defendió ante ella, el estuvo también
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Aquí es uno completamente dependiente y
aún cuando la mayoría de los internos
somos seniles y nuestro cerebro
ya no tiene capacidad de un juicio claro,
algunos que como yo -perdonando un juicio
presuntuoso- tenemos aún la mente
lúcida, sufrimos porque nos tratan a todos
igual.
Ocasionalmente, más por interés que por
amor, viene a visitarme mi hijo y siempre
lo ayudo; sin embargo, he hecho
las diligencias necesarias para que el
día que el Señor me llame, que creo que ya
será pronto, mi modesto capital y mi
casa, pasen a poder del fideicomiso que
maneja este asilo, donde yo y muchos como
yo hemos venido a vivir en paz, a refugiarnos,
en los últimos días de la vida.
No es una venganza contra mi nuera, es
solamente un acto de justicia póstumo y
para mi hijo, que ya comienza a
enfilar por el escabroso camino de la vejez,
esta es mi enseñanza de que ya es tiempo que
pueda valerse por sí
mismo y hacerse un hombre de carácter...
Y a usted, que ha tenido la gentileza de
leer esta carta, le pido que les de una
ayuda a los ancianos de este asilo
que necesitan de ella y que están muy
solos en el mundo....
(Un caso de la vida real...)
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