Panorámica del barrio del Valle desde “Zudá", HERMOSILLA

(2016)
Me gustan estas casas calladas, sin humos y sin gente. Ya no tienen bancos de piedra en los flancos de sus entradas, para las noches frescas del verano. Una vez dejados atrás los campos dormidos al amparo de la música de los grillos. Eran noches sonoras de astros y cantos de ranas, bullicio de niños y chismorreos de vecinos comunicativos. En el estío, todo se volvía trigal, sudor, amapola y agua.

Niña morena y frágil deja que aquellas noches se vayan con sus cantos. Y los dulces rayos de sol que...