Fernando, de acuerdo y gracias por la corrección. Me había dejado al gran Fernando I de León y de Castilla, conde de Castilla primero antes de ser rey, en el tintero; hablar de memoria no es conveniente a veces. En lo que estamos absolutamente de acuerdo es que, con propiedad, el primer rey de Castilla, por decisión de Fernando I, modus francus -que no francés- de dividir entre los hijos como había hecho su padre el gran Sancho el Grande de Pamplona, fue Sancho cuyo general en jefe tiene mucho que ver con nuestra comarca; que luego fue General en Jefe de las huestes del gran Alfonso VI de León y de Castilla; quien parece que estaba en la trama contra Sancho, al margen de la leyenda que implica a Alfonso, era la Señora de Zamora, doña Urraca, hermana de Sancho y de Alfonso. Alfonso siempre estimó mucho a Rui Díaz y éste le fue siempre fiel, hasta el punto de que le permitió casarse con una mujer familiar directa del Rey.
Espero que el libro del tal Desiderio Fernández te sea útil; se presentará en la Sala Polisón el 7 de marzo; o mejor, se intenatará realizar una reflexión sobre la segunda parte de esa investigación: qué es esto de Castilla y León que, hasta cierto punto parece la Santísima... Nadie sabe aún, ni parece que lo desea saber, quién es Castilla ni quién es León. Pero, en fin... La cuestión de los nombres va mucho más allá del desacreditado nominalismo, de Ockham, uno de los mayores científicos y pensadores del medioevo. No se trata de que la región no tenga un nombre doble (incluso es contundente y bello); la tarea está en definir, con precisión, lo que es uno de esos dos sujetos territoriales y lo que es el otro. Y tan amigos, como desde hace mil doscientos años desde el fuero de Brañosera mandado dar por Alfonso II a los primeos castellanos; el Casto era descendiente, claro está, de nuestras tierras de Amaya. Bueno, que hay tajo. Mientras, como decíamos hace poco referidos a nuestra bella y grandiosa tierra y aún a estas alturas, unos tirando para un lado, otros para el contrario y los del medio sin percatarse de ello. Incluso algunos en nuestra tierra, desde Villadiego, tirando ¿hacia donde?. Y mientras algunos continúan clamando por Carretero, un hombre con una confusión mental, sobre la tierra castellana y leonesa, increíble. O por González Herrero que no le va a la zaga; incluso le prologa un libro famoso.
Espero que el libro del tal Desiderio Fernández te sea útil; se presentará en la Sala Polisón el 7 de marzo; o mejor, se intenatará realizar una reflexión sobre la segunda parte de esa investigación: qué es esto de Castilla y León que, hasta cierto punto parece la Santísima... Nadie sabe aún, ni parece que lo desea saber, quién es Castilla ni quién es León. Pero, en fin... La cuestión de los nombres va mucho más allá del desacreditado nominalismo, de Ockham, uno de los mayores científicos y pensadores del medioevo. No se trata de que la región no tenga un nombre doble (incluso es contundente y bello); la tarea está en definir, con precisión, lo que es uno de esos dos sujetos territoriales y lo que es el otro. Y tan amigos, como desde hace mil doscientos años desde el fuero de Brañosera mandado dar por Alfonso II a los primeos castellanos; el Casto era descendiente, claro está, de nuestras tierras de Amaya. Bueno, que hay tajo. Mientras, como decíamos hace poco referidos a nuestra bella y grandiosa tierra y aún a estas alturas, unos tirando para un lado, otros para el contrario y los del medio sin percatarse de ello. Incluso algunos en nuestra tierra, desde Villadiego, tirando ¿hacia donde?. Y mientras algunos continúan clamando por Carretero, un hombre con una confusión mental, sobre la tierra castellana y leonesa, increíble. O por González Herrero que no le va a la zaga; incluso le prologa un libro famoso.