Charca de Las Brujas, CERNEGULA

Cuenta la leyenda que en la laguna se reunían todas las adivinas de Castilla para realizar sus aquelarres y ponerse al día de las últimas recetas de brebajes mágicos aprendidos.

Las crónicas dicen, que en Cernégula del Reino de Castilla, se concentraban las nigrománticas de Cantabria y Navarra para burlar a los inquisidores que señalaron varias veces este lugar en su caza de brujas durante los siglo XV y XVI.

Ahora Cernégula tiene muy pocos pobladores. La entrada a la población recuerda el pasado brujeril, al que sus vecinos aluden en sus residencias para atraer a turistas. Se cuenta que los inquisidores se dedicaron hacer un mapa de puntos en que las brujas se reunían para hacer peligrosos hechizos contra la iglesia católica.

La laguna es hábitat de sapos y culebras
La laguna de Cernégula es conocida como “La Charca o La Pila” se encuentra en la población del Páramo de Masa. La laguna es ahora hábitat de sapos y culebras. La leyenda con refranes dice que “Los sábados las brujas de Cantabria tras churrar y al grito de “Sin Dios y sin Santa María por la chimenea arriba”. Parten volando en sus escobas rumbo a Cernégula donde celebran sus reuniones brujeriles alrededor de un espino, para luego proceder al bailoteo y chapuzarse en una charca de agua helada”.

La Santa inquisición se encargó de recorrer los pueblos malditos con el ánimo de limpiar las calles de brujas.

El salvador de las Brujas
La iglesia católica llevó a los inquisidores a todo el norte del país a juzgar a cientos de personas relacionadas con la magia negra. En esa época se contabilizan por decenas las mujeres que ardieron en la hoguera y siete brujos. El auto de fe fue el 7 de Nov. 1610 de Logroño. El más famoso.

El inquisidor Alonso Salazar tras el auto de fe de Logroño, se dedico a llevar a cabo miles de interrogatorios con mirada diferente. El burgalés se encargó de recorrer el norte del país y cuestiono muchas sentencias de otros inquisidores llegando incluso a evitar el ajusticiamiento de dos prisioneros acusados de brujería.

En los círculos de la época se le conoce como el salvador de las brujas. Sobrenombre que consiguió después de investigar miles de denuncias sobre brujería. Muchos de ellos eran sueños de niños que decían, que el vecino se reunía con hechiceros o vecinos que tomaban venganza señalando a quienes les caían mal.

El burgalés hizo esta frase “No hubo brujos ni embrujados en este lugar, hasta que se comenzó a tratar y escribir de ellos”. Alonso Salazar criticó al Consejo Supremo 1613, el procedimiento del Tribunal, acusando a otros colegas de haber aceptado válidas acusaciones sin fundamento alguno.