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BUSTILLO DEL PARAMO: Estoy anonadada de tus hitorias, me encantan, con mas...

En un lugar de Castilla, de cuyo nombre no quisiera olvidarme nunca, y si lo hiciere a nadie culparé por escribir en mi tumba la palabra "ingrato", vivió hace ya muchos años, y a sólo dos leguas de Villadiego, un rapazuelo que llegó a identificarse de tal forma con la tierra que pisaba, que sus raíces profundas, al verse violentamente desarraigadas de ella, quedaron de tal forma heridas que pasaron el resto de sus días suspirando por aquello que no se pudo desarriagar.
Eran los tiempos en que con el bieldo se beldaba la trilla y con la bielda se atropaba la paja; los tiempos en que la parva, una vez acabada la faena de la trilla, se amontonaba en el centro con la camizadera, es decir, los tiempos en que cuando a mi abuela le preguntaban por la salud de la tía Petra, su vecina y familiar lejana, respondía con aquel lacónico: pues está en un ser, lo mismo que respondiera santa Teresa de Jesús cuatrocientos años antes cuando, en las mismas circunstancias, le preguntaban por la salud de una monja de su convento; o al igual que el célebre Padre Mariana, doscientos cincuenta años antes, que para mostrar lo vano o carente de sentido de algo, decía: eso es tan inútil como llamar con una vedija a la puerta de un sordo, palabra que en mi aldea no sólo era de curso legal, sino que no había otra para nombrar ese mechón de lana que las ovejas dejan en las zarzas y los espinos, o esos pequeños trocitos que quedan después de varear un colchón de lana.
Y eso mismo ocurría con tantas y tantas otras palabras, giros y expresiones del lenguaje que, por falta de contacto, lo que entonces era la curcusilla, cien años antes había sido también la curcusilla, y otros cien antes también. El peligro que corría cada una de esas palabras era el de quedar viciada, quizá por un deseo inconfesado de cambio o por un rigor casi inexistente en el lenguaje, de tal forma que lo que aquí era la curcusilla, en el pueblo de dos leguas más allá podía ser la corcusilla y otras dos más allá la corcosilla.
Yo vi ese mundo con los ojos de un rapazuelo de ocho a diez años y me considero uno de los últimos exponentes de aquel vocabulario campesino de la Castilla profunda que comenzaba ya en mi tiempo a abrirse paso hacia el exterior, para quedar pronto relegado al olvido, obligado por los profundos cambios que se avecinaban. Por eso quisiera romper una lanza a favor de aquel vetusto lenguaje que tan grabado quedó en mí a esa edad tan temprana. Quizá no lo consiga porque, como decían los romanos, "tempus edax omnium rerum", sí, el tiempo todo lo devora, pero al menos me quedará la satisfacción de haberlo intentado.
Algunas de esas vivencias ya pueden verse en las líneas precedentes de este foro; reconozco que debería haber empezado por esta especie de introducción; pero como esas vivencias son tantas y las llevo tan grabadas en mi memoria, iré exponiéndolas poco a poco a la espera de que alguien que se dé por aludido al verse reflejado en ellas me recuerde alguna que se haya podido escapar por sábete qué rendija de ese baúl de los recurdos que todos llevamos encima. Chindasvinto

Estoy anonadada de tus hitorias, me encantan, con mas tiempo, entrare a participar, en tus cilaboraciones, ya que todo lo que cuentas me es muy familiar, yo tambien formo parte de las generaciones que en los años 60 y70 que tuvimos que emigrar, soy de la Nuez de Arriba cerca de Villadiego, un saludo
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Hola, Amador, ne sé si has adoptado un seudónimo masculino o el teclado del ordenador te ha jugado una mala pasada; pero eso es lo de menos. Lo verdaderamente importante es que entre todos demos un poco de vida a estos pueblos que en su día la tuvieron, y muy hermosa. Me siento honrado de que gracias a la lectura de nis recuerdos plasmados en este foro te hayas animado a hacer lo mismo. Como le decía en este mismo foro a Fernando Arroyo (a quien debo una respuesta), si tienes algo en el baúl de tus ... (ver texto completo)