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Vista una calle de la ciudad, ARANDA DE DUERO

Salvo breves periodos de su historia, como el protagonizado por Juana de Portugal, esposa del rey Enrique IV, Aranda de Duero fue villa realenga. Un privilegio que defendió con coraje y del que siempre se sintió orgullosa. Abierta al mundo, cruce de caminos y morada de pasajeros que circulaban por sus caminos y veredas de norte a sur y de este a oeste, la ciudad era referencia para el viajero y punto de encuentro para los visitantes que llenaban la ciudad durante los días de feria o de mercado. Un rasgo que le dio carácter y que llenó sus calles y plazas de figones, posadas y mesones.
(28 de Enero de 2017)