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SAN MARTIN DE LA VEGA DEL ALBERCHE: Cuantas veces ¡oh árbol! // serviste de atalaya //...

Cuantas veces ¡oh árbol! // serviste de atalaya // para espiar a las mozas // que enfrente se desnudaban.

Tres eran las casas // ocho las mujeres vigiladas // en alguna noche de suerte // las cortinas no estaban echadas.

¡Cuantas noches de vigilia! // ¡que incomodas tu ramas! // si lo llego a saber no subo // ¡cúan duro el oficio de espía!.

Que a veces de nada valía // subir a tus más altas ramas // que las mozas lo sabían // y se escondían las muy pillinas.

O apagaban la luz // en el momento de más tensión // y a casa con el calentón // a falta de caer, el último botón.

¡oh árbol! ya no existes // leña te hicieron tus dueños // finalizaron mis días de espía // y mis noches de desvelo.

Árbol andan ahora, // las mozas más tranquilas // y se quitan sin problemas // Las medias y las ligas.

Las faldas, pantalones, camisas // ¡todo se lo quitan! // y se ponen el camisón // sin la supervisión de un servidor.

Árbol te recuerdo // tu copa, tus ramas, tus hojas // y aquellas noches de verano // de calentón y sudar la gota gorda.

Dedicado a todos los espias del pueblo, eso si con mucho cariño, por su tesón, esfuerzo, imaginación, por las peripecias, por las posturas raras de contorsionistas de cuerpo y mirada.
¡Que tiempos aquellos!