Hola amigas del foro. Estaba yo el pasado sábado, justo después de comer, en mi jardín, paseando bajo los rayos de sol, contemplando el centenar de rosas recién florecidas, cuando vino a mí un sentimiento de agradecimiento a la Virgen, a nuestra queridisima Virgen de los Dolores de Raqueros. "Y si cogiera un ramito y se las llevara a la Virgen? Hay tantas, que apenas se notaría la ausencia de un par de docenas, quedan tan bonitas en su altar". Pensé mientras continuaba andando entre los rosales. Y así, en un sin pensar, me encontré en el coche, con un gran ramo de rosas en las manos, camino de Raqueros. Es cierto que mayo es el mes que más visito el pueblo, me satisface enormemente llevar flores a la Virgen, ver las calles de mi pueblo bañadas de sol, y cualquier excusa es buena para preparar ruta hacía allí. Este sábado, en especial, hizo un día precioso, y no sé si por salir un poco de lo habitual, o debido a algún recuerdo de la infancia revoloteando en mi cabeza, hicimos un cambio en la rutina de nuestras visitas al pueblo. Mi marido y yo, nos adentramos por un camino dirección del prado de abajo, hasta la fuente buena. Cruzamos los prados, las vacas nos miraron con indiferencia antes de huir, todas juntas, en suave estampida, lejos del alcance de nuestros ojos. El campo estaba realmente precioso, un estallido de flores y verde hierba, banquete y refugio de los animales y bichitos del campo, rebose de vida. Y al fondo, un pequeño oasis, cercado por altos árboles, mecidos por el viento, donde las ramas verdes hacían la vez de visillos semitransparentes, baile de luces y sombras. Una auténtica maravilla! Entonces, aparecieron, de golpe, las evocaciones de mi niñez, pero sin tristes añoranzas, no, todo lo contrario, recuerdos cargados de alegría, reminiscencias casi vivientes, como si hubiera regresado a aquella época. Cuantas excursiones hemos hecho hasta el prado, siendo ya mocita, cerca de los doce años. Recogíamos manzanilla hasta el atardecer, nunca hacía demasiado calor, el río nos proporcionaba frescura, y nos invitaba a tumbarnos en el suelo, al otro lado, en la arbolada, para contemplar el cielo, soñar despiertos, sentir la naturaleza, la vida. Me alegra haber podido comprobar que Rasueros, el pueblo que me vio nacer, conserva aún ese lado de naturaleza pura, ese bravío silvestre del que tanto disfrute siendo niña, OS deseo un buen fin de semana amigas del foro. Un abrazo