NARROS DEL CASTILLO: Buena colección de cencerros, sí señor....

Buena colección de cencerros, sí señor.

Una costumbre rural, que aparece en distintos libros es la cencerrada. Es una tradición, perdida en muchos sitios, pero que en mi pueblo aún se conserva, hubo una en el mes de abril.
Consiste en coger de la casa, de la cuadra, o del almacén de cada cual aquello que sea susceptible de hacer más ruido. En general, y en el mundo rural, estos instrumentos son los cencerros, de varios tamaños y por lo tanto sonidos, pero vale cualquier instrumento: silbatos, carracas, cacerolas, sartenes, almireces de bronce y un largo etcétera.
La cencerrada tiene lugar, fundamentalmente, cuando un viudo o viuda vuelve a casar.

Así la describe J. Ramón Jiménez en “Platero y yo”:
Verdaderamente, Platero, que estaba bien. Doña Camila iba vestida de blanco y rosa, dando lección, con el cartel y el puntero, a un cochinito. Él, Satanás, tenía un pellejo vacío de mosto en una mano y con la otra le sacaba a ella de la faltriquera una bolsa de dinero. Creo que hicieron las figuras Pepe el Pollo y Concha la Mandadera, que se llevó no sé qué ropas viejas de mi casa. Delante iba Pepito el Retratado, vestido de cura, en un burro negro, con un pendón.
Detrás, todos los chiquillos de la calle de Enmedio, de la calle de la Fuente, de la Carretería, de la plazoleta de los Escribanos, del callejón del río Pedro Tello, tocando latas, cencerros, peroles, almireces, gangarros, calderos, en rítmica armonía, en la luna llena de las calles.
Ya sabes que Doña Camila es tres veces viuda y que tiene sesenta años, y que Satanás, viudo también, aunque una sola vez, ha tenido tiempo de consumir el mosto de setenta vendimias. ¡Habrá que oírlo esta noche detrás de los cristales de la casa cerrada, viendo y oyendo su historia y la de su nueva esposa, en efigie y en romance!
Tres días, Platero, durará la cencerrada. Luego, cada vecina se irá llevando del altar de la plazoleta, ante el que, alumbradas las imágenes, bailan los borrachos, lo que es suyo. Luego seguirá unas noches más el ruido de los chiquillos. Al fin, sólo quedarán la luna llena y el romance.

Un saludo para todos