NARROS DEL CASTILLO: A MI PRIMERA NOVIA...

A MI PRIMERA NOVIA

Novia antigua! Dulce amada!
Tú, la sola que extrajiste de mi alma,
Todo el néctar de sus íntimas ternuras,
Al conjunto milagroso de tus gracias,
Cuando niño todavía,
Inocente de tristísimas nostalgias,
Era toda mi existencia
Un manojo perfumado de esperanzas,
Cuando llega tu recuerdo,
Como el eco de una música lejana,
Yo te envío con mis versos,
Los suspiros de mi alma.

Yo era niño todavía...!
Inocente del dolor que nos embarga:
Cuando el sér a quien amamos
Para siempre se nos marcha,
Cuando vemos unos ojos
Inundados por las lágrimas,
Y una mano que se agita convulsiva,
Con el lento movimiento
De una lumbre que se apaga...
Sin saber que en el amor,
Como en el vino,
El beberlo en demasía,
Nos embriaga.

Yo era niño todavía...!
Y por esta circunstancia,
El inmenso caudal de mis afectos
De ternuras rebosaba,
Y llegaste tú, cual una
Mensajera de delicias ignoradas,
Con los labios florecidos de sonrisa,
Y de dulces resplandores la mirada,
A morar en el palacio de mis sueños,
El palacio luminoso
De mi alma enamorada,

Yo era niño todavía...!
Pero mi alma candorosa
Rebosaba de fragancias,
Fui precoz al sentimiento
Del amor a la belleza femenina,
Solamente con la luz
De su presencia me extasiaba,

Si sus labios sonreían,
Si sus ojos me miraban,
Si su boca me decía
Las más futiles palabras...
En la torre de mis sueños
Repicaban las campanas.

Fuiste tú la que primero
Me enseño el abecedario de las lágrimas,
Me inició por los caminos ilusorios
Del amor que nada exige ni reclama,
Del amor inmaculado sin dobleces,
Sin hipócritas falacias,
Porque brota como el agua de la fuente
Que revienta en la montaña,
La sonata jubilosa de los pájaros,
La radiante floración de la mañana.

Tú regaste la semilla...!
Cuán opíparas las mieses cosochadas!
Cómo fueron de fragantes las coronas
Que ceñi sobre las sienes adoradas,
De mujeres que cruzaron por mi vida,
De infinitas amarguras tapizadas,
Y me dieron, con el néctar de su afecto,
Un descanso en la jornada.

Tú regaste la semilla,
Primorosa sembradora de esperanzas!

Yo he seguido cultivando
Los jardines de mi alma,
Muchas veces me punzaron las espinas,
Pero siempre me encontraron
Con la frente levantada.
Es por eso que con notas de cariño,
Afinadas por queridas añoranzas,
Al besarte con amor en mi recuerdo,
Yo te canto noviecita de la infancia.


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