NARROS DEL CASTILLO: Yo era una flor que cultivaba...

Yo era una flor que cultivaba
un Rey en el jardín de su palacio;
con solícito afán él me cuidaba,
y yo con mi perfume embalsamaba
de su Real corazón todo el espacio.
Era aquel Rey galán, Rey de las flores,
y una elegir debía para esposa;
yo era entre ellas la flor de sus amores...
¡Mas Dios me hizo brotar de los traidores
tallos de una letal flor venenosa!
Aquella flor de quien nací capullo,
en vez de contemplarme con orgullo
hija suya por ser y la elegida,
del aura de la envidia oyó el arrullo,
y envidió mi favor y odió mi vida.
Iba de noche el Rey enamorado
al jardín, mientras yo, casta, plegaba
mis hojas sobre el cáliz delicado,
y él, en silencio y á mis pies echado,
con el aroma de mi amor soñaba.
Si en la sombra hacia mí tendió la mano,
tropezó de mi honor con las espinas,
porque yo, frágil flor, y él, Rey liviano,
recelé y me previne..., y no fué en vano.
Una noche espesísimas cortinas
de tinieblas velaban tierra y cielo;
tendióme el Rey la mano, el aura errante
inclinó á mi rival hacia adelante;
no halló espinas el Rey, y con anhelo,
de la traidora flor gozó ignorante.