En la
plaza de
San Vicente se levanta un templo
románico bautizado con el mismo nombre. Llama la atención por su galería porticada del siglo XV, que tienta a cualquiera a pasear entre sus
arcos y a refugiarse bajo su
tejado, sobre todo cuando está iluminada por la
noche. Es inconfundible por el acabado “abierto” de su
torre más alta. Que no te despisten sus dimensiones ni su sofisticación, que esta
iglesia empezó a construirse en el año 1130.