En 1864 el poeta Gustavo Adolfo Bécquer dijo de ella: Casi perdida entre la
niebla del crepúsculo y encerrada dentro de sus dentellados murallones, la antigua ciudad, patria de
Santa Teresa,
Ávila, la de las
calles oscuras, estrechas y torcidas, la de los
balcones con guardapolvo, las
esquinas con
retablos y los
aleros salientes. Allí está la población, hoy como en el siglo xvi, silenciosa y estancada.