Las precipitaciones anuales, que rondan los 400 mm, o ligeramente por encima, son bajas en comparación con las de las zonas colindantes. La escasez de precipitaciones, unida al carácter irregular y poco caudaloso del río Adaja, con fuerte estiaje en los meses de verano, ha hecho que la ciudad haya tenido históricamente problemas de abastecimiento de agua.