Cuando uno llega a la plaza del Ayuntamiento de Toledo los ojos no saben a dónde mirar; es tal la acumulación de belleza, de Arte, que debe sentarse para asimilar lo que está contemplando.
Y cuando no basta con todo lo que hay por encima, descubres que además existe otra parte en la que se refleja la creación artística y miras al suelo y te sorprendes que allí reflejado hay otro mundo que sigue ofreciendo al caminante más posibilidades de sentir que está en un lugar mágico, en un mundo de otro mundo.