Para mi amigo el REPULICANO, y para todo aquel que aún viviendo en España no se siente español:
Cuando en marzo de 1762 un hombre nefasto que se llamaba Juan Jacobo Rousseau, publico "El contrato social", dejó de ser la verdad política una entidad permanente.
Antes, en otras épocas más profundas, los Estados, que eran ejecutores de misiones históricas, tenían inscritos sobre sus frentes, y aún sobre los astros, la justicia y la verdad.
Juan Jacobo Rousseau vino a decirnos que la justicia y la verdad no eran categorías permanentes de la razón, sino que eran, en cada instante, decisiones de voluntad.
Juan Jacobo Rousseau suponía que el conjunto de los que vivimos en un pueblo tenía un alma superior, de jerarquía diferente a cada una de nuestras almas, y que este YO superior está dotado de una voluntad infalible, capaz de definir en cada instante lo justo de lo injusto, el bien del mal. Y como esa voluntad colectiva, esa voluntad soberana, solo se expresa por medio del sufragio, (conjetura de los más que triunfa sobre los menos en la adivinación de la voluntad superior), venía a resultar que el sufragio, esa farsa de las papaletas entradas en una urna de cristal, tenía la voluntad de decirnos en cada instante si Dios existia o no existía, si la verdad era la verdad o no era la verdad, si la Patria debía de permanecer o si era mejor que, en un momento, se suicidase.
La Patria es una unidad total, en que se integran todos los individuos y todas las clases; la Patria no puede estar en manos de la clase más fuerte ni del partido mejor organizado. La Patria es una síntesis trascencente, una síntesis indivisible, con fines propios que cumplir.
Que desaparezcan los partidos políticos. Nadie ha nacido nunca miembro de un partído político; en cambio, nacemos todos miembros de una familia; somos todos vecinos de un municipio; nos afanamos todos en el ejercicio de un trabajo. Pues si ésas son nuestras unidades naturales, si la familia, y el municipio, y la corporación es lo que de veras vivimos, ¿para qué necesitamos el instrumento intermedio y pernicioso de los partidos políticos que, para unirnos en grupos artificiales, empiezan por desunir a nuestras realidades auténticas?
Un consejo, si no te sientes identificado en el marco en el que vives, haz las maletes y a otro sitio.
CANUTO II.
Cuando en marzo de 1762 un hombre nefasto que se llamaba Juan Jacobo Rousseau, publico "El contrato social", dejó de ser la verdad política una entidad permanente.
Antes, en otras épocas más profundas, los Estados, que eran ejecutores de misiones históricas, tenían inscritos sobre sus frentes, y aún sobre los astros, la justicia y la verdad.
Juan Jacobo Rousseau vino a decirnos que la justicia y la verdad no eran categorías permanentes de la razón, sino que eran, en cada instante, decisiones de voluntad.
Juan Jacobo Rousseau suponía que el conjunto de los que vivimos en un pueblo tenía un alma superior, de jerarquía diferente a cada una de nuestras almas, y que este YO superior está dotado de una voluntad infalible, capaz de definir en cada instante lo justo de lo injusto, el bien del mal. Y como esa voluntad colectiva, esa voluntad soberana, solo se expresa por medio del sufragio, (conjetura de los más que triunfa sobre los menos en la adivinación de la voluntad superior), venía a resultar que el sufragio, esa farsa de las papaletas entradas en una urna de cristal, tenía la voluntad de decirnos en cada instante si Dios existia o no existía, si la verdad era la verdad o no era la verdad, si la Patria debía de permanecer o si era mejor que, en un momento, se suicidase.
La Patria es una unidad total, en que se integran todos los individuos y todas las clases; la Patria no puede estar en manos de la clase más fuerte ni del partido mejor organizado. La Patria es una síntesis trascencente, una síntesis indivisible, con fines propios que cumplir.
Que desaparezcan los partidos políticos. Nadie ha nacido nunca miembro de un partído político; en cambio, nacemos todos miembros de una familia; somos todos vecinos de un municipio; nos afanamos todos en el ejercicio de un trabajo. Pues si ésas son nuestras unidades naturales, si la familia, y el municipio, y la corporación es lo que de veras vivimos, ¿para qué necesitamos el instrumento intermedio y pernicioso de los partidos políticos que, para unirnos en grupos artificiales, empiezan por desunir a nuestras realidades auténticas?
Un consejo, si no te sientes identificado en el marco en el que vives, haz las maletes y a otro sitio.
CANUTO II.