Hay que aceptar la victoria del contrario y la propia derrota, pero los que sobran son los allegados que no hacen nada mas que calentar el ambiente y no dar la cara, hay que dejar los sentimientos de rencor y asumir la derrota democrática que los electores han querido proporcionar a quien no ha sabido llegar y no ha tenido las suficientes ideas para convencer.