MOHEDAS DE LA JARA: DESDE LA VENDIMIA FRANCESA...

DESDE LA VENDIMIA FRANCESA
Era el año de 1972, cuando muchos españoles se marchaban a Francia, para poder ganar algún dinero, y sacar a sus familias de la humilde pobreza, este fue un caso de aquellos. Aquel hombre español, que trabajaba en la vendimia francesa, recibió la mala y triste noticia, de que su madre había fallecido, el sin esperar más noticias, comenzó su viaje a su tierra española, aunque le supusiera dejar de ganar aquel dinero que sabia que precisaba, sin pensarlo dos veces, cogió su maleta y emprendió el regreso a su ciudad natal, en la provincia de Toledo, Su regreso hacia su residencia habitual, no fue ninguna delicia, tuvo problemas de billetes de tren, y además la gran pena de la perdida de su madre, que con solo 63, años, abandono esta vida. Después de dos largos días de viaje, llego a la casa donde su madre con vivía con sus tres hijos, el era el mayor, y el más responsable, por eso había decidido emigrar al país vecino, para ganar algún dinero más, y poder salir de aquel laberinto económico, donde se movía la humilde familia. El recibimiento fue de amor familiar, el enseguida pregunto por su madre, y los demás hermanos le comentaron. “Ayer tarde la dimos sepultura, casi sin poder pagar los gastos del entierro, que tuvimos que ir al ayuntamiento, de la localidad, para que la beneficencia nos echara una mano económica”. El hombre aquel se sintió derrumbado, sin madre y sin apenas consuelo de nada, solo sus hermanos que le abrazaban, como si fuera su salvación, no pasaron muchos minutos, sin que sus hermanos y el decidieran irse al cementerio local, donde su madre descansaba, para la eternidad, las lagrimas de sus tres hijos, corrían pos las mejillas sin encontrar un consuelo, los tres hermanos sin saber donde ni como, les llevaba la muerte de su ser querido. Después de estar allí llorando parece que decidieron volver a su hogar, e intentar solventar el presente ruinoso, y el futuro que no estaba nada claro. No valía ser valiente y decidido, en aquellos momentos quizá la serenidad, era la mejor solución, buscaron trabajo los tres hermanos, que no tardaron mucho tiempo en encontrar, cada cual en distinto lugar, aunque sin abandonar su tierra. Pasados como 15, días, el joven de nuestro relato, decidió volver de nuevo al cementerio, era un sábado por la tarde, y le habían dejado las llaves de la puerta del Campo Santo, sin dudarlo ni un momento, se dirigió hasta la tumba de su madre. El joven con su voz de tono fuerte, lanzo sus preguntas a la tumba de aquella mujer que le había dado el ser. Preguntando,.. Madre por que te fuiste tan temprano, si sabias de sobra que eras nuestra guía y parte de nuestra fe… Aquellas palabras pronunciadas en el silencio, hacían eco entre las tumbas del Campo Santo. Siguió el joven preguntando a su madre, que desde la tumba, era imposible que le contestara. Pero el ser humano tenemos un sexto sentido, que muy poca gente le tiene desarrollado, parece que el joven escuchaba a su madre, dándole las razones pertinentes, y sin importarle que hubiera personas escuchando, seguía hablando desde el mundo de los vivos, hacia donde estuviera su madre en aquel momento,.. Todo aquello resultaba extraño, hubo personas que llegaron a coger miedo, pensando en que el joven aquel, se hubiera vuelto loco, pero al parecer, no pasaba nada de eso, si no una comunicación con el cerebro, de hijo a madre, que en contadas ocasiones se ven. El joven parecía tener esa sensibilidad, de la comunicación sin palabras, y la tumba de su madre era para el, como si fuera una señora, llena de medallas, y subida en un altar, que sus hijos la recordaban en fiestas y novenas,. Y además en su casa, parecía que dirigía la cocina y demás cosas, transmitiendo a su hijo su voluntad, de seguir influyendo en el hogar, para que todo continuara, como cuando ella estaba presente. Sin lugar a dudas el hecho parecía de brujería, pero los tres hermanos Vivian sin la angustia de la falta de su madre, algo superior que nadie sabe explicar, se estaba dando en aquella familia, que su madre se marchó, y a la vez dejo su gran influencia. G X Cantalapiedra, un saludo grande, para Agustina y José.