Carta abierta:
Yo nací en Puente, pero como otros muchos puenteños vivo fuera. Desde la fundación del pueblo los puenteños hemos sabido aprovechar con inteligencia los recursos que nos ofrecía la ubicación junto al río Tajo. Nuestros origenes como constructores del puente se fueron diversificando y supimos aprovechar con trabajo y esfuerzo la arcilla que un día nos dejó el río transformándola en fina y apreciada cerámica, pero esta ha muerto de éxito, hoy veo con impotencia la sangría que supone la pérdida de capital humano que ha buscado trabajo fuera del pueblo porque numerosas fábricas de cerámica han tenido que cerrar. Una de las causas de la pérdida de valor de la cerámica de Puente ha sido la proliferación de la economía sumergida y la competencia desleal de unos pocos que cada vez fueron más, las autoridades no supieron o no quisierón acabar con esta práctica ilegal porque "daba dinero al pueblo", pues bien ahora ya han conseguido que casí todos acudan a esta economía invisible para subsistir, pero como no los más perjudicados han sido los trabajadores que durante años de esfuerzo aprendieron el oficio muchas veces desde niños y que se han visto obligados a renunciar a sus derechos como trabajadores para rebajar los costes laborales, a otros sin embargo se les llenaron los ojos de dinero al cobrar el subsidio de paro y trabajar al mismo tiempo, (pan para hoy y hambre para mañana). La cerámica parece que no tiene arreglo a corto plazo, pero el capital humano sí, me niego a creer que toda esa gente capaz y trabajadora tenga que buscarse la vida fuera, así que desde aquí demando la búsquda de emprendedores que sepan hacer lo que los puenteños hemos hecho siempre que es sacar rendimiento a nuestro pueblo, si la cerámica no da para más habrá que buscar otras alternativas que produzcan riqueza y fijen población. Puente siempre ha sido acogedor con las gentes de fuera, tenemos la cerámica, tenemos el río, las riberas del Tajo, el paisaje y más. Puente es un pueblo pequeño, pero grande de espíritu y orgulloso de sí mismo como lo son los corazones de los puenteños.
Agustín de la Cal Hidalgo.
Yo nací en Puente, pero como otros muchos puenteños vivo fuera. Desde la fundación del pueblo los puenteños hemos sabido aprovechar con inteligencia los recursos que nos ofrecía la ubicación junto al río Tajo. Nuestros origenes como constructores del puente se fueron diversificando y supimos aprovechar con trabajo y esfuerzo la arcilla que un día nos dejó el río transformándola en fina y apreciada cerámica, pero esta ha muerto de éxito, hoy veo con impotencia la sangría que supone la pérdida de capital humano que ha buscado trabajo fuera del pueblo porque numerosas fábricas de cerámica han tenido que cerrar. Una de las causas de la pérdida de valor de la cerámica de Puente ha sido la proliferación de la economía sumergida y la competencia desleal de unos pocos que cada vez fueron más, las autoridades no supieron o no quisierón acabar con esta práctica ilegal porque "daba dinero al pueblo", pues bien ahora ya han conseguido que casí todos acudan a esta economía invisible para subsistir, pero como no los más perjudicados han sido los trabajadores que durante años de esfuerzo aprendieron el oficio muchas veces desde niños y que se han visto obligados a renunciar a sus derechos como trabajadores para rebajar los costes laborales, a otros sin embargo se les llenaron los ojos de dinero al cobrar el subsidio de paro y trabajar al mismo tiempo, (pan para hoy y hambre para mañana). La cerámica parece que no tiene arreglo a corto plazo, pero el capital humano sí, me niego a creer que toda esa gente capaz y trabajadora tenga que buscarse la vida fuera, así que desde aquí demando la búsquda de emprendedores que sepan hacer lo que los puenteños hemos hecho siempre que es sacar rendimiento a nuestro pueblo, si la cerámica no da para más habrá que buscar otras alternativas que produzcan riqueza y fijen población. Puente siempre ha sido acogedor con las gentes de fuera, tenemos la cerámica, tenemos el río, las riberas del Tajo, el paisaje y más. Puente es un pueblo pequeño, pero grande de espíritu y orgulloso de sí mismo como lo son los corazones de los puenteños.
Agustín de la Cal Hidalgo.
