Robles era un republicano leal, pero no comunista, y su condición de intérprete de los consejeros militares soviéticos le había convertido en el hombre que sabía demasiado». Impresiona saber que al margen de periodistas y escritores ni uno solo de sus muchos amigos, entre los que no era el menos cualificado como tal el comunista asturiano Wenceslao Roces, a la sazón subsecretario de Instrucción Pública, se atreviese a levantar mínimamente la voz en defensa de esta ejecutoria republicana, sumergidos como estaban en un clima de sospechas y de temores. Dónde estuvo preso Robles y en dónde fue asesinado es cosa que difícilmente podrá saberse algún día, muertos como están todos los implicados en el crimen, aunque Martínez de Pisón se atreve a considerar la posibilidad de que el lugar de éste fuese el campo de tiro que los agentes soviéticos tenían en la playa valenciana de El Soller. Lo que sí está fuera de toda duda es que su inductor fue el consejero Alexander Orlov, al que Stalin había enviado a España para dirigir la actuación de la Policía integrada en la NKVD .