Pasa la gente con su lío en la cabeza, dentro de la cabeza. Nadie pregunta por qué no hay vida. Alguno se detiene, baja del
coche, y dice: ¡Oh, qué paz, que silencio! Será el aire helado que no deja pensar o el silencio que congela las palabras. Sólo la
torre airosa aguanta, medita en su corazón y espera llena de esperanza. Mientras tanto por las
calles, ahora en
invierno, no se vé ni los gaos. Puede que sea la hora pues aquí hay varias
familias inmigrada que salen a trabajar temprano. Puede, vete
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