TOBILLOS: Si, si hay que buscar la manera encontrar una historia...

Si, si hay que buscar la manera encontrar una historia de Tobillos, que la hay, en la relación de pueblos de Guadalajara no aparece y la verdad es que me molesta mucho, ahí nació mi madre y yo he pasado los mejores años de mi infancia.

Estábamos todo el día por la calle, pisábamos por todos los huertos, comíamos fruta verde, y nunca jamás nos dio un cólico como decía mi abuela.

Les cuento a mis hijos los veranos con la trilla de la mies, los acarreos desde los pedazos a la era, las piernas desolladas y los lavados que me daba mi madre en un caldero cuando iba de Madrid.

Mi amigas Irene, Elena, Consuelo y Margarita, siempre estábamos en su casa, eran muchos hermanos y aquella siempre fue la casa de todos.

El susto que teníamos cuando nos llamaba mi abuelo con un silbido que se oía en todo el pueblo a la hora de comer o para acostarnos.

Las regañinas que nos daba el abuelo cuando nos tomábamos la nata de la leche. Las onzas de chocolate Tarraga de Ateca (Zaragoza) que traían cromos y cuentecillos, que eran mismamente como si te mordieran un pedazo de barro prensado, mi primo ángel que las tiraba a !sobaquillo! en mitad de la Olla.

Cuando venían mis amigos Toñi y Jose los hijos de Alejandra, la hija del tío Pedrillo. Allí todos subidos en las encinas que formaban los haces de mies.

Y un recuerdo para "el" Elías, siempre solito, buscando endrinas para luego venderlas en Maranchón, un trayecto de 10 km que se hacía el hombre cargando con un cubo de aquellos de cinc llenito de endrinas.

Y nuestra arboleda que cortaron, donde con mi familia hacíamos unas merendolas de lo mejor, y nuestro río cangrejero que se fueron al carajo cuando introdujeron aquellos bichos americanos para repoblar.

Y con mis primos Angelines y Angelito, hijos del Fefe y de Maxi, nietos de la tía Timotea y del tío Moisés y las tareas que teníamos que hacer durante todo el verano para poder salir a la calle.

Y un recuerdo especial a mis abuelos Teodoro y María que a pesar de todo lo que pasaron en la maldita guerra, tiraron para´lante con mucho sufrimiento y con sus hijos exiliados en la vecina Francia.

A mis tíos que sufrieron la represión franquista y estuvieron en campos de concentración nazis, que tuvieron que salir de su pueblo y de su casa con apenas 17 y 19 años y que no volvieron hasta pasados más de 20 años, con mi tía Marie, francesa de nacimiento y casi española de adopción, por todo el interés que tuvo por aprender nuestra lengua.

A mi tío Ramón hermano de mi padre, que salió y jamás volvió, del que tengo dos primos en Francia, Alicia y Ramón.

A mi padre Alejandro a mis abuelos Victoriano y Concepción, la mujer más dura y trabajadora, sacó adelante a cuatro hijos y un marido canijo que no valía para na´.

Para todos ellos, la mayoría ya no están con nosotros, que naveguen por el ciber espacio y que la historia no los olvide.