VILLAREJO DE FUENTES: ¡Hola Papageno!...

Aquí cerca vivieron mis abuelos maternos muchos años con muchísimas historias que le ocurrieron durante la guerra según mi tío Tomas que zacaneaba siendo un jovencito por los alrededores.

¡Hola Papageno!

Bueno, ¿y a que estas esperando para contarnos esas historias que conoces a través de tu tío?

¡Ya estas empezando! ¡Pero aquí en la página! para que podamos leerlo todos, no hagas como con tu cuento que al final no lo pusiste en la página. Con lo que a mi me gusta leer esos relatos e historias.

He leído antes el comentario en el que le hacías referencia a Eduardo sobre los ataeros que cita en su relato “ Palabra de honor” en el que Basilia, le pide al tratante que le de un par de ataeros para atar por el cuello a los dos gorrinetes y llevar para casa.

Pues yo además de los ataeros recuerdo cuando era niña que había “cordeles de pita” (estos fueron desterrando a los anteriores) que servían también para atar sacos y costales además de otros usos que les daban. Mi padre los prefería porque decía que ataban mejor los sacos que los ataeros. Recuerdo tenerlos en la mano e ir dándoselos de uno en uno cuando envasaban el trigo con la media y me los iba pidiendo.

Estos cordeles eran lisos y resistentes en vez de retorcidos como los ataeros, por eso cuando los rodeaban al cuello del saco quedaban más firmes y seguros que los otros.

Abrazotesssssssssssssss.

Saludos: Dulcinea.