la parte derecha de la
iglesia, y las mujeres la izquierda, y entre ellos, los ricos y ricas, siempre delante, lo más cerca del
altar.
Tiempos en los que los mozos, después de los largos días de esforzado trabajo, arando, segando, vendimiando etc. aun sacaban fuerzas en las
noches, para después de dejar a los animales servidos en sus
cuadras, ir a una determinada
esquina a reunirse para ver a las mozas pasar “casualmente” por allí, y mientras tanto apostar por cuál de ellos es capaz de cargar la
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