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LA VENTOSA: Buenos días a tod@s,...

Buenos días a tod@s,
Era lo que me faltaba, internet en casa para, desde la sombra de mi olivo y, con la única compañía de mi perra (un cachorro de podenco que me alegra cada minuto que paso con ella) y las golondrinas que intentan atrapar unas gotas de agua en pleno vuelo, puedo compartir con vosotros alguna que otra noticia o anécdota que sucede en el lugar. Todo es posible aquí y a cualquier hora (esto ya lo he dicho en otras ocasiones, creo. Perdón si me repito. Deben ser los pepinos…). El caso es que no serían más tarde de las 9 de la mañana, que regresaba de mi paseo. Siempre intento que sea un acto de esfuerzo muscular y empiezo con paso acelerado pero, no puedo evitar pararme a admirar la belleza de nuestro paisaje. La luz, a estas horas es tan limpia, que los colores y las sombras que se desprenden de la tierra, conforman un cuadro en el que se puede sentir la vida. La vida en los girasoles que se abren para atrapar los rayos del sol, la vida en el revolotear de los pájaros en busca de alimento o sombra, la vida en los huertos donde los tomates, como si de unos zarzillos se tratara, muestran sus redondeces colgados de una rama que empieza doblegarse por su ya considerable peso. O los pimientos, esas bailarinas estilizadas y tersas que hipnotizan nada más mirar su color verde intenso. Por eso, me dejo embaucar y abandono mi primera intención, y regreso al pueblo sin sentimiento de culpa alguno. ¿Quien es capaz de despreciar un pastel por mantener la cintura a raya? Yo no.
El caso es que entrando al pueblo, veo a María (Caruda) barriendo su puerta. Esta, es otra de las imágenes que siempre permanecerán en el recuerdo de quienes hemos nacido y vivido aquí. Cada mañana, la madre, barriendo la puerta de su casa. Y menos mal que se sigue haciéndolo porque, de lo contrario, me hubiera perdido una hora de charla con esta mujer tan vivaz, tan auténtica., a pesar de sus achaques y sus años. Y no fue sólo una charla. Fue un momento compartido. Ella, enseñándome cada una de las obras que, durante tantos años, ha elaborado en los talleres de la Asociación. Me las muestra como lo que son, sus trofeos, sintiéndose orgullosa. Y yo, encantada de que esta mujer, que tiene que tomar casi 30 pastillas al día (también me enseñó cada una de ellas y el horario de sus tomas), me hiciera partícipe de su sencilla y vital existencia.
Yo, hija mía, ya no puedo andar como tú. ¿Hasta dónde has ido? Uhhhhhhhhh, eso lo hacía yo antes pero las piernas ya no me dejan…tengo artrosis en las rodillas y me duelen… hija mía lo que me duelen… Ay bonica, vuelve cuando quieras y si quieres hacer el cuadro de las casas colgadas, yo te digo lo que tienes que comprar y… pobre de ti como te salga mal… que yo de profesora… tengo mu mala leche …jajajaj Adios bonica, adiós, ya le diré a la Matilde que te he visto.
¡Qué bien me siento en mi pueblo!.
Buen día a tod@s
Zoqueta