Buenos días a los que todavía les quedan ganas de escribir y/o leer lo que aquí se dice, aunque por lo que veo, son pocos (me incluyo).
Hace tiempo que no entro en el foro ni siquiera para leer los mensajes, claro que tampoco he tardado mucho en ponerme al día, porque no son muchos. No es una crítica, es una constatación, que quede claro.
Cada uno es libre de participar o no en este foro. Yo misma no estoy segura de que pueda participar como lo hacía antes. El tiempo transcurre últimamente demasiado aprisa y es difícil encontrar momentos para la evasión. Porque para mí, el foro representa ante todo, uno de esos momentos de evasión en los que poder compartir historias y disfrutar con los versos de nuestros poetas, por supuesto. De hecho, ha debido ser que la fragancia del almendro en flor me ha dado un toque de atención. Gracias Antonio. En este mismo instante ya siento el disfrute y hasta un cierto cabreo de no haber sido capaz de manejar más eficazmente mis tiempos para acudir más a menudo a este espacio que debería enriquecerse cada día con los que quieran dejar algo de sí mismos.
Hace incluso tiempo que no me paso por el pueblo (y eso sí que me fastidia aún más), pero este fin de semana toca. Seguro que me encontraré con mucha gente a la que hace tiempo que no veo o, tal vez incluso, haya reencuentros (pienso en Jordana, por ejemplo). Lo bueno de esta festividad, además de rendir homenaje a nuestros difuntos (bueno de esto tal vez hable en otro momento y más detenidamente porque me molestan los días señalados: día de la madre, del padre, del espíritu santo..., enfín) lo bueno, decía, es que el cementerio se convierte en un lugar de encuentros donde, al mismo tiempo que se pasa el estropajo por las lápidas y se colocan con esmero las flores, se charla con unos y otros. Siempre me ha gustado llegar hasta el cementerio en mis paseos pero en estos días me gusta aún más. Aunque suene a paradoja, se convierte en un lugar hasta divertido y, sobre todo, florido. Y porqué no, al fin y al cabo será nuestra última residencia y una casa siempre resulta más acogedora si hay bullicio y flores y... encuentros. Y por otra parte, es una oportunidad para vivir este día como si nuestros seres queridos nunca se hubieran ido. Se dice que nadie muere realmente mientras haya alguien que conserve su recuerdo. Hasta muy pronto... ¡espero!
Zoqueta
Hace tiempo que no entro en el foro ni siquiera para leer los mensajes, claro que tampoco he tardado mucho en ponerme al día, porque no son muchos. No es una crítica, es una constatación, que quede claro.
Cada uno es libre de participar o no en este foro. Yo misma no estoy segura de que pueda participar como lo hacía antes. El tiempo transcurre últimamente demasiado aprisa y es difícil encontrar momentos para la evasión. Porque para mí, el foro representa ante todo, uno de esos momentos de evasión en los que poder compartir historias y disfrutar con los versos de nuestros poetas, por supuesto. De hecho, ha debido ser que la fragancia del almendro en flor me ha dado un toque de atención. Gracias Antonio. En este mismo instante ya siento el disfrute y hasta un cierto cabreo de no haber sido capaz de manejar más eficazmente mis tiempos para acudir más a menudo a este espacio que debería enriquecerse cada día con los que quieran dejar algo de sí mismos.
Hace incluso tiempo que no me paso por el pueblo (y eso sí que me fastidia aún más), pero este fin de semana toca. Seguro que me encontraré con mucha gente a la que hace tiempo que no veo o, tal vez incluso, haya reencuentros (pienso en Jordana, por ejemplo). Lo bueno de esta festividad, además de rendir homenaje a nuestros difuntos (bueno de esto tal vez hable en otro momento y más detenidamente porque me molestan los días señalados: día de la madre, del padre, del espíritu santo..., enfín) lo bueno, decía, es que el cementerio se convierte en un lugar de encuentros donde, al mismo tiempo que se pasa el estropajo por las lápidas y se colocan con esmero las flores, se charla con unos y otros. Siempre me ha gustado llegar hasta el cementerio en mis paseos pero en estos días me gusta aún más. Aunque suene a paradoja, se convierte en un lugar hasta divertido y, sobre todo, florido. Y porqué no, al fin y al cabo será nuestra última residencia y una casa siempre resulta más acogedora si hay bullicio y flores y... encuentros. Y por otra parte, es una oportunidad para vivir este día como si nuestros seres queridos nunca se hubieran ido. Se dice que nadie muere realmente mientras haya alguien que conserve su recuerdo. Hasta muy pronto... ¡espero!
Zoqueta