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LA VENTOSA: Los demás nos hemos quedao. ...

Los demás nos hemos quedao.
El día antes de la matazón, mi vecina ha cocío muchas cebollas y lasa picao.
El matarife ha abierto en canal el gorrino, y to el mondongo ha caído en un barreño de hierro que había puesto debajo una vecina, y era tan grande el mondongo que han tenío que poner otro deprisa pa que no se cayera al suelo. Después el matarife ha cortao un trozo de manteca y se la ha llevao una vecina a la cocina pa’hacer la masa de las morcillas, y otras mujeres s’an llevao el mondongo, que echaba humo, a la orilla del Vallejo y han empezao a laválo con agua caliente. Yo esperaba pa que me dieran la vejiga de los meaos pa inflala y jugar, y me daba mucho asco ver cómo salía la mierda de las tripas gordas, que las mujeres lavaban y tenían mucho cuidao de no rompelas, y cuando estaban relimpias, se las han llevao a la cocina y otras mujeres han empezao a llenarlas con la sangre, las cebollas y la manteca, y han hecho un montón de morcillas, que luego han cocío en un barreño grande, grande en cima de unas trébedes mu grandes.
El matarife le ha cortao al gorrino las orejas, el rabo y unas magras de tocineta y le ha sacao el hígado, y se lo ha dao to a una mujer, y se lo ha llevao a la cocina y han empezao a hacer unas gachas de matanza con hígado y especias.
Los hombres han bajao el gorrino a la mesa, y el matarife le ha cortao la cabeza, y un hombre se ha puesto a descuartizala separando los sesos, los forros, el morro y los huesos, y el matarife ha separao los brazuelos y los jamones, después de cortale las manos y las patas, y mi vecino, el dueño del gorrino, se los ha llevao a la cámara y les ha colocao piedras encima pa aplastalos y que les salga toa la sangre de las venillas que tienen…
El matarife sigue descuartizando el gorrino, y le separa los blancos, el obispo, los lomos, las costillas, el cuello, la manteca y los riñones, y después el espinazo en varios cachos, y los hombres cogen los cachos y les van repelando la carne que’chan en un barreño pa’cer los chorizos.
El matarife ha recortao los blancos, y el tocino sobrante lo ha echao al barreño de la carne de los chorizos. Mi vecino se ha llevao a la cámara los blancos limpios. Yo le preguntao a mi padre que hace conellos, y ma dicho que los meterá en sal, y así los tendrá unos días, y luego los colgará pa que se sequen, y lo mismo hará con los jamones, pues después de tenelos prensaos, los meterá en sal y después los colgará tamién pa que se sequen, pero antes les untará con aceite y pimentón pa que no les cague la moscarda.
Las mujeres yan`terminao de lavar las tripas pa los chorizos. Anda que no llevan lavaos ni na. Después de sacales la mierda, les dan la vuelta, y venga lavalas y más lavalas, hasta que casi se clarean de limpias questán, y después las dejan en agua y vinagre hasta questé la masa de hacer los chorizos. La masa la prepara mi abuela que dicen que tié buena mano pa mezclar las especias, y la llaman en muchas matanzas del pueblo, sobre to de la gente rica…y la carne la pican los hombres conuna máquina de manivela, porque tién mas fuerza que las mujeres.
Ya están las gachas preparás en una sartén mu grande, y un hombre las saca al patio y las pone encima de unas trébedes, y de allí vamos a mojar tos. También sacan unas fuentes de barro llenas de tocineta frita, y oreja y rabo asado en la lumbre.
Nos ponemos a comer entre risas, y los mayores hablan y hablan, y las mujeres se ríen y se dan codazos unas a otras, y chillan mas quel gorrino cuando lo mataban y de vez en cuando me miran y dicen “cuidao que hay ropa tendía”, y mi hermana la muy tontusca se ríe y se ríe con ellos, y se cree ques mayor porque tie doce años…!! pues que se rían!.
Cuando terminamos de comer, las mujeres que ya terminaron de cocer las morcillas, se preparan p’acer los chorizos, y los hombres cuelgan las morcillas en un palo largo atao con cuerdas en el techo.
Mi vecina, la dueña del gorrino, que cocina de bien como mi abuela, se pone a preparar en un puchero grande de barro unas judías pintas para la noche con las manos del gorrino y otras cosas, y lo pone al orete de la lumbre para que se vayan cociendo.
El matarife y los hombres, menos el dueño, s’an ido pa atender a sus animales, y las mujeres están haciendo los chorizos. Una coge las tripas lavadas y las va poniendo en el pitorro de la maquinilla de embuchar, y otra, con una mano mete la carne en la tolva, y con la otra le da a la manivela despacio pa que salga la carne por el pitorro, y otra vez las risas. Paecen tontas, yo no le veo la gracia por ningún lao…
Según van saliendo las tripas llenas las echan en una mesa, y otras mujeres van atando con una cuerda los chorizos del tamaño que quiere mi vecina. Se les va la tarde porque al ser el gorrino tan grande hay mucha carne…
Dice mi padre que en algunas casas del pueblo cambian los jamones por blancos, o sea que ellos entregan un jamón a un rico, y se quedan con el blanco que el rico les da a cambio, porque el tocino les hace más apaño pa comer y guisar, pero mi vecino no tié necesida de hacer eso porque tié de to, y además no tié hijos.
El matarife ha dejao las costillas del gorrino cortás, y los lomos también, así que mi vecina pone una sartén en la lumbre y se pone a freilo, y cuando está frito echa las costillas en una orza grande de barro, y los lomos en otra más pequeña, y después de colocalos bién, los cubre de aceite pa que se conserven, y su marido coge los huesos del espinazo y los mete en sal pa salalos y que se conserven to el año.
Con la vejiga que me la’inflao mi padre estao jugando pero he tenío mucho cuidao de no rompela, porque es mu grande, la más grande que’visto en mi vida, y se la he dao a su dueño porque ma dicho que va’hacer una zambomba con ella.
Los chorizos según los van haciendo los coge mi vecino y los cuelga en unos palos mu largos que cuelgan del techo de la cocina, y dice mi padre que durante seis o siete días tienen que secase con el calor de la lumbre de la chimenea, pa luego freílos.
Mis vecinos no saben leer ni escribir, por eso cuando vienen a comprales la aceituna me llaman pa que apunte los kilos de cada pesada, y luego vemos que el que compra ha apuntao los mismos kilos, luego sumamos, y multiplicamos por lo que vale el kilo, y así saben lo que les tienen que pagar.
Cuando terminamos como en su casa y me ponen dos huevos fritos y chorizos. En mi casa me pone mi madre un huevo porque dice que soy pequeño pa comeme dos, pero mi vecina me pone dos, y además me da cinco pesetas. Pero yo se las doy a mi madre.
Por la noche ya se ha terminao la faena, y los chorizos están colgaos, y entonces llegan los hombres de sus tareas, y se pone la mesa pa cenar las judías de matazón.
Se vuelca el puchero en dos fuentes de porcelana, y aparecen las judías pintas con las patas del gorrino, trozos de tocineta, un trozo de obispo, huesos de espinazo, chorizos y morcillas, y cogemos cada uno un cacho de pan y la cuchara y empezamos a cenar tos de las mismas fuentes. Los hombres beben vino del porrón de la cosecha de mi vecino, y pa las mujeres hay otro porrón con vino rebajao, más flojo, que le llaman medio vino, y de ese bebo yo también…
Y pa el postre mi vecina pone mantecaos, rosquillas perrunas, y copas de anís, y mosto pa las mujeres que empiezan otra vez con el ji ji ji, ja aja ja, y con la ropa tendía…que son más tontuscas que na, pero a mi me da igual…
Y comentan que se ha dao bien la matanza del gorrino.
Saludos amigos
Ser felices
Manuel.


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