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LA VENTOSA: Hola paisanos; en estos dias de frio (aun que Alicante...

Hola paisanos; en estos dias de frio (aun que Alicante no es el de Cuenca) apetece estar al lado de la chimenea, Y como en la Tele todas las cadenas repiten casi lo mismo, Pienso que tiempo tendremos de comentar en el año que nos espera de política, corrupciones y promesas electorales, Hoy voy a escribir de algo que me satisface mas.
No es una frase; es un sentimiento entre el escribidor y su nieto Juan, de 2 años y ocho meses (son las dos épocas de la vida que la edad se cuenta, además de por años por meses, cuando eres muy joven o cuando muy viejo, ya tengo 75 y me faltan dos meses para los 76 se suele decir..) Algunas noches del ya invierno, y cuando el frío lo permite -para tomar el aire y respirar la noche-, me invita, dicharachero, con gestos y palabras muy particulares, a sentarme junto a él en la terraza de acceso a su casa, mirando el cielo para ver de encontrar la luna en la lontananza. En más de una ocasión nos hemos sentado, hemos mirado el cielo al unísono, y no la hemos hallado. Y me dice -encogiéndose de hombros ese diminuto hombrecito- algo así como «Abu, no está», mirándome como extrañado y consternado por su ausencia, como no sabiendo porqué, cuando otras veces sí la ha visualizado. Le respondo, incrédulo: «Se habrá escondido, no quiere que la miren». No se conforma. Nos erguimos desde el escalón, casi desde el suelo, me coge de la mano, no renunciamos a verla, y recorremos unos metros buscando un claro entre los arboles para mejor situarnos y, aun a pesar de nuestra ubicación óptima,, seguimos sin hallarla. Y le indico que siempre está, que no ha podido irse, que es muy oronda para correr, que se caería. Le consuelo y le digo «pequeñín, mañana lo intentaremos, de nuevo». Y se conforma, espetándome entonces un «hasta luego, abu», yéndose con su madre

Hete aquí, que cuando alguna noche la hemos visto, en nocturno apacible y hermoso, está tan cerca que casi la podríamos tocar alzando nuestras manos. «mecachis, tan cerca y tan lejos» -mascullo con impotencia en mi soledad. Pero eso mismo dicen otros «abus» y otros nietos en los confines del mundo. Incluso desde Australia, en el otro lado del globo. Cuando la observamos, siempre hay quietud, calma. Y, embelesado y fascinado, quizás recordando alguna historia mágica antes contada señala su oronda forma como esfera gris-blanquecina, con su dedo índice, como si contemplara algo sobrenatural. Alguna estrella entretanto pululaba a su alrededor. Nos parecía y nos parece a los dos un océano lleno de misterio. «Sí, sí, pequeñín, esa es la luna» -le digo, intentando convencerle. Y durante segundos la mira y remira, entretenido, comiendo sus gusanitos. ¿Qué pasará por su cerebro? No lo sé, pero intuyo relajo, paz, felicidad.

Nos entendemos bien, con las historias que yo le cuento, su fantasía en los juegos y. Nuestro particular planeta, se llama futuro, se llama esperanza, se llama ilusión. Que no la perdamos nunca. Esa es, les confieso, nuestra luna particular.
Un abrazo a todos
Jua


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