OFERTA LUZ: 5 Cts/kWh

LA VENTOSA: Pasado el Invierno en Cuenca, como las golondrinas...

El Valor de lo Bien Hecho (fin)
Se termina de comer y se recoge y se barre en un santiamén. Las mujeres, (siempre las mujeres), ¡Que mérito tienen! Se ponen a fregar las grandes paelleras en el suelo, sobre la hierba, con una manguera preparada para otros menesteres, y también para ese, y se me olvidó mencionar ayer, que cuando se estaban terminando de repartir las dos paellas que se hicieron en la nave, apareció por la puerta otra paella igual de buena que portaban dos o tres hombres, bien calentita, pero que había sido hecha en otro lugar por Pepe, el marido de Tere la andaluza, que seguramente la hizo con el mismo esmero y empeño que pone en el cuidado de su hermoso huerto cada verano.
Pues como decía, las mujeres fregando las paelleras, otros grupos rematando la comida en la barra, otros prepararon una mesa encima de la hierba, y se pusieron a jugar al truque tan panchos, y otros se marcharon a descansar un par de horas a sus casas. Los que quedaron disfrutaron de unas horas de música bailable, seleccionada en el ordenador por Diego, uno de los tres primos que atendieron la barra durante toda la fiesta, y que se lo curró de verdad. Muy bien Diego.
Para la cena nos sorprendieron los organizadores con 4 barras de pan de 1’50 m de largo; 30 cm de ancho, y 10 cm. de alto.
Para estas impresionantes y especiales barras de un pan extraordinario, se habilitó una mesa, y allí encima, a la vista de todos, se abrieron por su mitad y se rellenaron de morcilla, picadillo de chorizo, beicon, pimientos y 150 huevos fritos aprox. y la gente, en plan más informal que en la comida, guardó su turno en fila para coger su ración, que varias personas cortaban, e ir a sentarse después.
La sorpresa llegó cuando al terminar de comer tan suculento bocadillo regado con zurra, vino, cerveza o agua, aparecieron unas guapísimas señoras, hijas del pueblo, con unas cajas de rosquillas de vino, pequeñitas y azucaradas que fueron un placer para el sentido del gusto. Este manjar lo trajeron de Castellón, hecho por el Chef que hizo las paellas, que es hijo adoptado del pueblo por estar casado con una de las guapísimas y simpáticas hijas de Benito el Alguacil.
Tiene mucho mérito este joven panadero-chef, pues para colaborar en la fiesta del pueblo de su esposa, nada más dejar su trabajo en Castellón, se puso en carretera para llegar a tiempo para cocinar. Muchas gracias.
También se repartieron tortas de cañamones a placer, y cuando ya se había reposado la cena, y antes de que el baile empezara, se dio comienzo a una ensordecedora Traca que hizo las delicias de los más jóvenes sobre todo.
Alguien sugirió que se tenían que cantar los Mayos, así que se organizaron en un periquete dos grupos. Las mujeres por un lado, y los hombres a su frente.
En medio de los dos grupos, y sentados, las dos acordeones que acompañaron las voces de los cantantes, tocadas por el que esto escribe, y Mari, la hija mayor de Bernardo, mientras Fita, la menor, daba el toque de comienzo de los Mayos.
Momento emocionante amigos del Foro, y lectores desconocidos. Fueron momentos en los que, con el sonido de las fuertes voces de los hombres cantando a pleno pulmón, el fino sonido de las voces femeninas entonando con suavidad sus estrofas, y la mezcla de los sonidos de las dos acordeones que pugnaban porque su sonido no quedara “tapado” por las numerosas voces, afloraron emociones con el recuerdo de los seres queridos que antaño cantaban estos Mayos, que nos enseñaron a cantarlos, pero que ya no están con nosotros… y se vio alguna lagrimilla. Fueron momentos entrañables y sin proponérnoslo, rendimos un homenaje a los ausentes.
Llegados al momento de la jotica final, ésta fue muy bien cantada por Juanjo Cantero, veterano en esto de los Mayos. Y como no podía faltar el baile de la jota, allá que se arranca Fita, la hija pequeña de Bernardo, y el cantaor acompañados al acordeón por Mari.
Después de los Mayos quedaron en la fiesta la gente “marchosa” que nos alegraron la vista con sus movimientos al bailar pasodobles y rumbas, y a eso de las 2’00 horas, la mayoría se marchó a sus casas, pues al día siguiente, domingo, unos tenían que viajar, y otros ir a misa, y quedó la gente más joven que libre de obligaciones, agotan la noche.
El domingo a las 8’00 horas, unos colaboradores, sin darse importancia, estaban en la nave para dejarla barrida, desarmar y recoger mesas, guardar sillas, retirar la barra de bar con sus botellas y enseres, tirar la basura a los contenedores, guardar el equipo de música etc…
No os he dicho que todo, todo el disfrute, la comida, la bebida y la música, tuvieron un coste de 10’00 €. por persona. Fueron cerca de 190 comensales y todos quedamos sencillamente con ganas de repetir una fiesta tan hermosa de vecindad, de hermanos.
Llegado hasta aquí quiero que sepáis algunas cosas para que entendáis lo que cuesta hacer en esfuerzo físico y voluntad, un evento de esta magnitud, que no pueden hacer más que las personas que estén dotadas de un alto grado de altruismo y amor a su pueblo y a sus gentes.
En primer lugar una fiesta así se empieza a preparar con mucha antelación, y lleva consigo llamadas telefónicas, viajes, compras, obtención de permisos, pedir favores…poner dinero (que si, que luego se recupera, pero que de momento hay que ponerlo del bolsillo del/los organizadores).
Llegado el día de la fiesta, desde las 8 de la mañana ya hay gente voluntaria trabajando en poner mesas y sillas, hacer la zurra, montar las barra, y hacer las calderetas, que se hacen muy lentamente para que estén en su punto a las 14’00 horas. En este menester cumplen con nota sobresaliente Arsenio Lucas, Jesús Ramos, el Fonta, Jesús y otro Jesús, el de Pascual. Bordan las calderetas.
Las mujeres de nuestro pueblo son sencillamente inigualables e incansables en estos eventos, y entre bromas y risas hacen una extraordinaria labor en todas las tareas. Difícilmente las puedo nombrar a todas, pero si quiero destacar por estar siempre al pie del cañón, a Angustias, Almudena, Mari Carmen la esposa del Fonta, Mari Carmen, la Parri, que da al entorno donde se encuentre un toque de alegría picante, las hijas de Benito el Alguacil (en esta ocasión estaban 4 de ellas), Isabel, la esposa de Castor, Sagrario y sus guapísimas hijas y yerno, en fin, muchas más que se sumaron a ayudar en todas las tareas desde pelar ajos, a, freir huevos, a servir las mesas etc, etc, etc.
Y de los hombres ¡que decir!, pues que había un montón de ellos colaborando codo con codo con el organizador, Julián Barrios, al que además le apoyaban desde el primer momento y con entusiasmo, su hermosa familia.
A todos ellos, aunque no los nombre, muchas gracias por hacer del día de la Cruz de Mayo, un día inolvidable que ojalá se repita. Gracias.
Hasta aquí la crónica de lo que yo vi y disfruté en ese día. Pediré próximamente que traspasen fotos de mi máquina al Foro para que veáis a vuestros conocidos, familiares y amigos de la infancia.
Hasta entonces mando para todos un cordial saludo, incluyendo en el mismo al Foro amigo de Cuevas de Velasco.
Manuel.

Pasado el Invierno en Cuenca, como las golondrinas vuelvo otra vez al pueblo
en Primavera, para pasar el Verano y parte del Otoño, ya estoy en Cuevas de
Velasco.

Leo las crónicas de Manuel y Juanito el Monguillo, en las que describen con
todo detalle los acontecimientos que ocurren en La Ventosa, y me parecen muy
bien. Aquí de momento están las cosas en calma. Luego cuando vengan con las
vacaciones el pueblo bullirá más y habrá cosas que contar.

Saludos a los foreros de La ventosa y Cuevas

ABACO