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Cuento:

Tema: lo que aconteció a un hombre que se hizo amigo y vasallo del Diablo

Hablaba una vez el conde Lucanor con Patronio, su consejero de esta forma

Patronio, un hombre dice que sabe muchas señales, de agüeros (leer el futuro) como de otras muchas cosas, y como podré saber yo las cosas que estan por venir y como podre actuar para aprovechame más de mi hacienda, pero en las cosas que tengo que hacer quiero que no haya pecado y por la confianza que te tengo, quiero que me aconsejes lo que tengo que hacer en esto:

- Señor conde – dijo Patronio- para que hagais en todo lo que debeis de hacer, quiero deciros lo que le paso a un hombre con el Diablo.

El conde le pregunto como fue aquello.

- Señor conde – dijo Patronio- un hombre era muy rico y llego a tan gran probreza, que no tenía cosa para comer. Y no hay en el mundo mayor desgracia como ser muy rico y luego caer en desgracia y en la pobreza, por donde aquel hombre que fue muy rico llego a tal extremo de pobreza y que estaba muy triste por todo lo que le había ocurrido. Y un día que iba pensando solo, por un monte y estaba muy triste y reflexionando muy desesperadamente, y yendo en este pensamiento se encontró con el Diablo.

Y como el Diablo sabe todas las cosas que pasaban, y sabía el pensamiento que le preocupaba aquel hombre le pregunto por que estaba tan triste, y el hombre le contesto para que quería saberlo que el no le podría dar consejos para la tristeza que el tenía.

El Diablo le dijo que si el estaba dispuesto hacer lo que le dijera, que el le daria una solución para la preocupación que el hombre tenía, y que el esto lo podía hacer, que le dijesa en lo que venía pensando y el le daría una razón por la cual estaba tan triste.

Entonces el hombre le contó al Diablo su vida y la razón de su tristeza como la sabia muy bien. Y el Diablo le dijo que si estaba dispuesto hacer lo que el dijera, que el le sacaría de todo lo que le preocupaba y lo haría muy rico, mas de lo que había sido anteriormente, entonces el hombre le dijo que es lo que tenía que hacer.

Cuando el hombre oyó decir que era el Diablo, tomo mucha desconfianza pero por la gran pobreza y tristeza que se encontraba le dijo al Diablo que le dijese lo que tenía que hacer para hacerse rico que el haría todo lo que el le mandase.

Estate convencido que el Diablo siempre encuentra tiempo para engañar a los hombres, cuando ve que están en algún apuro o necesidad o sienten miedo o ganas de satisfacer un deseo, entonces obtiene él todo lo que quiere.

Entonces se pusieron los dos de acuerdo, y el hombre fu su vasallo y desde que se pusieron de acuerdo él Diablo le dijo al hombre desde aquel día en adelante que fuese a robar que nunca encontraría puerta ni casa que por bien cerrada que estuviera no pudiera entrar, y si por ventura en alguna cosa tuviera problemas que se lo comunicara a él.

Tradicionalmente el Diablo se llama (Don Matín) y que cuando se viera en apuros que dijese socorredme Don Martín y que el vendría y lo libraría de cualquier peligro que se encontrara y estando de acuerdo en esto lo dos se despidieron.

El hombre se dirigió en casa de un mercader, de noche y a oscuras porque cuando el mal se quiere hacer la luz se aborrece. Y cuando llego el hombre a la puerta del Mercader el Diablo le abrió la puerta y lo mismo hizo cuando el hombre llego a las arcas donde el mercader tenía los dineros que se la habio y se llevo todo el dinero.

Otro día hizo un robo muy grande y después otro, hasta que fue muy rico y ya no se acordaba de la pobreza que había pasado, y el ladrón no estaba contento de haber salido de la desgracia de la probeza y comenzó a robar más y tanto lo hizo que los descubrieron y lo apresaron, y luego que lo apresaron llamo a Don Martín que lo socorriese y Don Martín vino muy aprisa y lo libro de ir a la prisión, y después el hombre vio que Don Martín le sacaba de todos los apuros, comenzó arrobar como al principio y hizo muchos robos siendo cada vez mas rico y viendo que siempre estaba fuera de peligro.

Tratando de robar fue otra vez preso y llamó a Don Martín, mas Don Martín no vino tan deprisa como el quiso que viniera y los jueces del lugar donde hizo el robo comenzaron a investigar sobre el robo y estando en el juicio llegó Don Martín y el hombre le dijo:

¡Hay, Don Martín, en que gran miedo me pusiste! ¿Por qué has tardado tanto?

Y Don Martín le dijo que estaba en otras grades empresas y que por eso había tardado tanto en sacarlo de la prisión.

El hombre robo otra vez, porque veía que siempre le socorría Don Martín, y otra vez fue preso y llamó a Don Martín, y no vino, y tardo tanto que fue juzgado a muerte. Y cuando fue juzgado llegó Don Martín y hizo una apelación ante el rey y libro de la prisión y volvió el hombre a ser libre.

Después volvió a robar y fue preso y llamó a Don Martín, y este no vino hasta que fue juzgado y condenado a morir en la horca y estando al pie de la horca llegó Don Martín, y el hombre le dijo.

¡Hay, Don Martín, esto ahora no era un juego, que os digo que e pasado un gran miedo!

Y don Martín le dijo que él te traía quinientos euros en una bolsa, y que se la diese al juez y que luego sería libre. El juez había mando ya que lo ahorcasen y no encontraron la soga para ahorcarlo, Y cuando buscaban la soga, llamó al hombre al juez y le dio la bolsa con el dinero. Cuando el juez vio que le daba la bolsa con los quinientos euros dijo a las gentes que allí estaban.

- Amigos, ¡nunca habia pasado esto de no haber soga para ahorcar a los hombre condenados! Ciertamente este hombre no es culpable, y Dios no quiere que muera y por eso nos a quitado la soga. Mas tengámoslo hasta el fin y veremos más claro este hecho, que si es culpable será ahorcado y sino será absuelto.

Y esto hacia el juez para librarlo, por los quinientos Euros que creía que le había dado en la bolsa. Y habiendo esto así acordado, apartose el juez y abrió la bolsa, y creyendo hallar los quinientos Euros no hallo dinero ninguno que lo único que encontró fue una soga en el bolso y cuando vio esto lo mando ahorcar.

Y poniéndole en la horca, vino Don Martín y el hombre le dijo que corriese. Y Don Martín le dijo que siempre el socorría a todos sus amigos hasta que los llevaba hasta el lugar de la horca.

Y así perdió aquel hombre el cuerpo y el alma, creyendo al Diablo, y fiándose de él. Es cierto ser que nunca hombre del que creyó y se fió del Diablo llegase hasta el final de su vida. Si no pensar pensar en todos lo agoreros, los que echan las cartas, los adivinos o los que hacen cualquier clase de magia, y todos los que se fiaron de todos estas cosas acabaron mal y sino a las pruebas me remito acordaos de Álvarez Núñez y de Garcilaso, que fueron los hombre del mundo que más se fiaron en agüeros y en estas tales cosas, y era como acabaron y murieron ahorcado por la justicia.

Y vez, señor conde Lucanor, si bien quiere hacer empezad por vuestra hacienda, cuerpo y alma. Tiene que poner toda su confianza en Dios y poner en él toda vuestra esperanza y que teneis que ayudaros vos as mismo cuanto podais, para que Dios os ayude cuanto vos necesitais, y no creáis ni os fiéis de agüeros ni otros devaneos, que es cierto ser que los pecados del mundo, a quien más ofenden es a Dios.

El conde tuvo este por buen consejo, e hizo así y le pareció muy bueno.

Y porque don Juan oyó este buen ejemplo, mando que se escribiese en este libro, y hizo los versos que dicen así.

Moraleja:

El que en Dios no pone su esperanza
Morirá mal, y vivirá con desconfianza