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Cuento de un labrador y su yerno
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Aquel día cuando la mañana venia clareando el tío Rosendo había preparado su yunta de mulas y se dirigía a sembrar las dos fanegas de cebada que le quedaban en el barbecho de otoño que había preparado, hacia frio y él lo sintió, y en sus adentros se dijo “ son los años Rosendo” tu antes no notabas él frio como desde hace unos años acá.
Pero el cómo siempre había sido su comportamiento, y curtido su carácter por las vicisitudes del tiempo y las lecciones queda la vida se fue después de llevarle su señora la merienda, eso si lo tenia esta mujer fiel colaboradora con su esposo, y que de nombre se llamaba Matilde.
Habían criado a sus hijas las cuales ya tenían casadas y no lo habían hecho mal del todo, pues la mayor se caso con el hijo del carretero del pueblo, y la segunda que era dos años más joven se caso con el hijo único del herrero, buen muchacho este y de trabajador como su padre fue el que primero dio nietos a los abuelos.
La más joven se había casado con el hijo de un yuntero de muy buena posición pues todas las tierras que poseían eran propias más tenían varias fanegas de viña y bastante olivas, ósea que venia aser un labrador de posición desahogada, claro mientras el padre estuvo al tanto de la hacienda.
El hijo llamado Guanaco, no había salido tan hacendoso como su padre este le gustaba mucho el ir al bar y de vez en cuando le gustaba jugar el dinero al julepe y otros juegos de azar donde se gana y se pierde, y cuando amanecía el día no todo lo bien que él quería pues hacia fiesta, al principio su padre le regañaba, pero viendo que no conseguía nada termino por dejarlo a su libre albedrío.
Muchos días que faltaba al trabajo al ir hacia el bar tenia que pasar por casa de sus suegros y le preguntaba a la Sra. Matilde por el tío Rosendo y esta le decía que se había ido al campo de buena mañana, y él contestaba ¿Con el día de frio que hace? Esto era la respuesta que siempre daba cuando iba al bar y pasaba por casa de sus suegros.
La Sra. Matilde cuando venia su marido se lo decía, hoy ha estado tu yerno aquí y ha dicho que como te vas al campo los días tan malos, pero el tío Rosendo se callaba una y otra vez y le daba a la Sra. Matilde la callada por respuesta.
Pero llegó el día de la verdad y es que al yerno le falto pienso para sus mulas en el mes de Febrero, y se lo comento a la Lea que era su mujer, y esta le dijo ves en casa de mi padre a ver si té presta algunas fanegas, y él le dijo, oye pues has tenido una buena idea, ahora voy a ir haber si lo pesco porque hoy que es domingo no habrá ido al campo.
Como así fue, el tío Rosendo estaba pelando sus mulas cuando llegó el Guanaco y este dio lo buenos días pero permanecía callado hasta que el suegro le dijo que te trae por aquí, pues mire usted, que venia a ver si me daba diez o doce fanegas de cebada hasta que llegue la cosecha, a lo que respondió el tío Rosendo nada más que eso, y el yerno respondió de momento nada más.
El tío Rosendo había esperado mucho tiempo aquel momento y le dijo a su yerno Guanaco te las voy a dar pero con una condición, y este respondió, que condición me va usted a poner, pues muy sencilla << Que me tiene quedar un beso en el culo >> cuando el yerno oyó lo que su suegro le propuso puso pies en polvorosa, y salió sin despedirse.
Cuando llego a su casa se lo contó a su esposa Lea, y le dijo mira lo que tu padre me ha dicho que si quiero la cebada le tengo que dar << Un beso en el culo >> esta le dijo, va lo habrás pillado en mal momento vuelve otro día.
Al domingo siguiente volvió a ver si pillaba a su suegro de mejor humor como le había dicho la hija, pero el tío ROSENDO no había cambiado de parecer, y le dijo lo mismo, que él se las daba, pero que seguía con las mismas condiciones, el yerno se fue triste y humillado y llego a su casa y le lo dijo a su esposa, tu padre sigue empeñado que si quiero la cebada le tengo quedar << Un beso en el culo >>.
La Lea, no era tonta y conocía a su padre, que de chica le había enseñado algún que otro acertijo, pero no quiso decirle nada a su marido, esperando el desenlace, lo que sí hizo fue animarlo a que fuese otra vez el marido a rogarle a su SUEGRO que le diera la cebada para las mulas porque se había quedado sin un grano.
Cuando llegó la tercera vez el yerno a casa del suegro, el tío Rosendo y su esposa la Sra. Matilde acababan de almorzar unas buenas gachas de almortas y una tajada de tocino entre gordo y magro, porque el tiempo así lo requería ya que estábamos en invierno.
*
Guanaco, cariacontecido le dijo al tío Rosendo que por favor que iba a que le diera aunque fuera una sola fanega de cebada porque no tenia ni un grano aquel día para la pastura de sus mulas, entonces Tío Rosendo le dijo hoy te voy a dar lo que te haga falta a condición de que aprendas bien la lección y de que no me critiques cuando me voy al campo y hace mal día, que es lo que tu debes hacer, << Labrar blando y duro y nunca tendrás quedarle a tu suegro un beso en el culo >> y coloran colorado este cuento lo escribo haber si te ha gustado.
Cuento de un labrador y su yerno
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Aquel día cuando la mañana venia clareando el tío Rosendo había preparado su yunta de mulas y se dirigía a sembrar las dos fanegas de cebada que le quedaban en el barbecho de otoño que había preparado, hacia frio y él lo sintió, y en sus adentros se dijo “ son los años Rosendo” tu antes no notabas él frio como desde hace unos años acá.
Pero el cómo siempre había sido su comportamiento, y curtido su carácter por las vicisitudes del tiempo y las lecciones queda la vida se fue después de llevarle su señora la merienda, eso si lo tenia esta mujer fiel colaboradora con su esposo, y que de nombre se llamaba Matilde.
Habían criado a sus hijas las cuales ya tenían casadas y no lo habían hecho mal del todo, pues la mayor se caso con el hijo del carretero del pueblo, y la segunda que era dos años más joven se caso con el hijo único del herrero, buen muchacho este y de trabajador como su padre fue el que primero dio nietos a los abuelos.
La más joven se había casado con el hijo de un yuntero de muy buena posición pues todas las tierras que poseían eran propias más tenían varias fanegas de viña y bastante olivas, ósea que venia aser un labrador de posición desahogada, claro mientras el padre estuvo al tanto de la hacienda.
El hijo llamado Guanaco, no había salido tan hacendoso como su padre este le gustaba mucho el ir al bar y de vez en cuando le gustaba jugar el dinero al julepe y otros juegos de azar donde se gana y se pierde, y cuando amanecía el día no todo lo bien que él quería pues hacia fiesta, al principio su padre le regañaba, pero viendo que no conseguía nada termino por dejarlo a su libre albedrío.
Muchos días que faltaba al trabajo al ir hacia el bar tenia que pasar por casa de sus suegros y le preguntaba a la Sra. Matilde por el tío Rosendo y esta le decía que se había ido al campo de buena mañana, y él contestaba ¿Con el día de frio que hace? Esto era la respuesta que siempre daba cuando iba al bar y pasaba por casa de sus suegros.
La Sra. Matilde cuando venia su marido se lo decía, hoy ha estado tu yerno aquí y ha dicho que como te vas al campo los días tan malos, pero el tío Rosendo se callaba una y otra vez y le daba a la Sra. Matilde la callada por respuesta.
Pero llegó el día de la verdad y es que al yerno le falto pienso para sus mulas en el mes de Febrero, y se lo comento a la Lea que era su mujer, y esta le dijo ves en casa de mi padre a ver si té presta algunas fanegas, y él le dijo, oye pues has tenido una buena idea, ahora voy a ir haber si lo pesco porque hoy que es domingo no habrá ido al campo.
Como así fue, el tío Rosendo estaba pelando sus mulas cuando llegó el Guanaco y este dio lo buenos días pero permanecía callado hasta que el suegro le dijo que te trae por aquí, pues mire usted, que venia a ver si me daba diez o doce fanegas de cebada hasta que llegue la cosecha, a lo que respondió el tío Rosendo nada más que eso, y el yerno respondió de momento nada más.
El tío Rosendo había esperado mucho tiempo aquel momento y le dijo a su yerno Guanaco te las voy a dar pero con una condición, y este respondió, que condición me va usted a poner, pues muy sencilla << Que me tiene quedar un beso en el culo >> cuando el yerno oyó lo que su suegro le propuso puso pies en polvorosa, y salió sin despedirse.
Cuando llego a su casa se lo contó a su esposa Lea, y le dijo mira lo que tu padre me ha dicho que si quiero la cebada le tengo que dar << Un beso en el culo >> esta le dijo, va lo habrás pillado en mal momento vuelve otro día.
Al domingo siguiente volvió a ver si pillaba a su suegro de mejor humor como le había dicho la hija, pero el tío ROSENDO no había cambiado de parecer, y le dijo lo mismo, que él se las daba, pero que seguía con las mismas condiciones, el yerno se fue triste y humillado y llego a su casa y le lo dijo a su esposa, tu padre sigue empeñado que si quiero la cebada le tengo quedar << Un beso en el culo >>.
La Lea, no era tonta y conocía a su padre, que de chica le había enseñado algún que otro acertijo, pero no quiso decirle nada a su marido, esperando el desenlace, lo que sí hizo fue animarlo a que fuese otra vez el marido a rogarle a su SUEGRO que le diera la cebada para las mulas porque se había quedado sin un grano.
Cuando llegó la tercera vez el yerno a casa del suegro, el tío Rosendo y su esposa la Sra. Matilde acababan de almorzar unas buenas gachas de almortas y una tajada de tocino entre gordo y magro, porque el tiempo así lo requería ya que estábamos en invierno.
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Guanaco, cariacontecido le dijo al tío Rosendo que por favor que iba a que le diera aunque fuera una sola fanega de cebada porque no tenia ni un grano aquel día para la pastura de sus mulas, entonces Tío Rosendo le dijo hoy te voy a dar lo que te haga falta a condición de que aprendas bien la lección y de que no me critiques cuando me voy al campo y hace mal día, que es lo que tu debes hacer, << Labrar blando y duro y nunca tendrás quedarle a tu suegro un beso en el culo >> y coloran colorado este cuento lo escribo haber si te ha gustado.