Reflexión
Por estas fechas del mes de Agosto estando en la aldea ya veíamos con esperanzas el terminar de la era, era un tiempo largo porque toda la trilla se hacia con trillas de pernales y algún trillo y el verano se alargaba, pero ya se notaba que amanecía más tarde y se hacía más pronto de noche.
Se acuerda uno de las salsas que nos ponían para almorzar que era con harina y cebolla y algún conejo frito que empezaba a dar vueltas por la sartén en espera que algún mozo lo atrapara, pues no había postres y por la noche la cena eran patatas cocidas con cebolla y aceite, y al medio día eran unas lentejas. Lo que si me acuerdo era del pan echó por la mayorala en el horno de leña que había en la aldea siempre íbamos uno de nosotros ayudarla.
Hoy veo las cosas que en aquel tiempo no se apreciaban pero la mayorala era un mujer fuerte y hacer comida para tantas personas debería ser también trabajoso, yo estuve dos años en la aldea aquello era como un colegio de aprendizaje para saber arar. Pues esto también tiene sus secretos que hay que aprenderlos.
Uno de los años más felices es cuando vine al pueblo a servir en la misma casa, pues todo cambio porque comía de la merienda que mi madre me echaba, pues mi madre le gustaba que comiéramos carne y siempre o casi siempre llevaba chuletas en la fiambrera.
De todo esto guardo gratos recuerdos.
07-08-24
Por estas fechas del mes de Agosto estando en la aldea ya veíamos con esperanzas el terminar de la era, era un tiempo largo porque toda la trilla se hacia con trillas de pernales y algún trillo y el verano se alargaba, pero ya se notaba que amanecía más tarde y se hacía más pronto de noche.
Se acuerda uno de las salsas que nos ponían para almorzar que era con harina y cebolla y algún conejo frito que empezaba a dar vueltas por la sartén en espera que algún mozo lo atrapara, pues no había postres y por la noche la cena eran patatas cocidas con cebolla y aceite, y al medio día eran unas lentejas. Lo que si me acuerdo era del pan echó por la mayorala en el horno de leña que había en la aldea siempre íbamos uno de nosotros ayudarla.
Hoy veo las cosas que en aquel tiempo no se apreciaban pero la mayorala era un mujer fuerte y hacer comida para tantas personas debería ser también trabajoso, yo estuve dos años en la aldea aquello era como un colegio de aprendizaje para saber arar. Pues esto también tiene sus secretos que hay que aprenderlos.
Uno de los años más felices es cuando vine al pueblo a servir en la misma casa, pues todo cambio porque comía de la merienda que mi madre me echaba, pues mi madre le gustaba que comiéramos carne y siempre o casi siempre llevaba chuletas en la fiambrera.
De todo esto guardo gratos recuerdos.
07-08-24