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BELMONTE: Hola Agustin y familia. Hola Chusqui y Renato....

Narración:

lo que le paso a un zorro que se echo en la calle y se hizo el muerto

Una vez hablaba el Aconsejado con su Consejero, y el Consejero le dijo de esta manera al Aconsejado:

Aconsejado. tengo un pariente mío que vive en una tierra donde no tiene tanto poder que pueda desentenderse de cuantas afrentas (vejaciones) le hacen, y los que tienen poder en esta tierra querrían encontrar cualquier cosa que fuera pretexto para ponerse en contra de el, y mi pariente esta muy apenado por estar siempre bajo este miedo, querría arriésgalo todo antes de estar siempre con esta amenaza, y yo querría buscar una forma de convivencia con los demás para decirle como tiene que comportarse para ganarse la simpatías de su vecinos.

Señor Aconsejado – dijo el Consejero – para que podáis aconsejar a vuestro pariente quiero que sepáis lo que le paso una vez a un zorro que se hizo el muerto en mitad de la calle.

- Señor Aconsejado – dijo el Consejero-, un zorro entró una noche en un corral donde había muchas gallinas, y tras alborotar a las gallinas el se quiso marchar pero ya era de día y la gentes andaban por las calles, y cuando el vio que no se podía esconder, salió sigilosamente a la calle y se tendió en ella como si estuviese muerto.

Cuando las gentes lo vieron, creyeron que estaba muerto y no hicieron caso ninguno de él.

Al cabo de un rato paso por allí un hombre y dijo que los cabellos de la frente del zorro que eran buenos para ponérselos a los niños pequeños para evitar que los ahoguen, y con una tijera corto los cabellos de la frente del zorro, después paso otro hombre que también decía que eran buenos los cabellos del lomo y de los ijares y cogiendo una tijera los corto, en esto el zorro a pesar que todo lo oía no se movía por que cortándoles aquellos cabellos no le hacía nada de daño. Después vino otro hombre y dijo que la uña del pulgar de la pata del zorro que era buena para los tumores y los callos de los dedos y se la arrancaron, y el zorro no se movió. Después vino otro hombre que dijo que el diente del zorro era bueno para el dolor de los dientes y se los sacaron, y el zorro no se movió. Y después al cabo de un poco de tiempo, vino otro hombre y dijo que el corazón del zorro era bueno para el dolor de corazón y metiéndose la mano en la faja saco un largo cuchillo para sacarle el corazón al zorro.

Entonces el zorro vio que aquel hombre quería sacare el corazón y que si llegaba a sacárselo no podría llegar a recuperar y que la vida perdería. Entonces pensó el zorro que era mejor de aventurarse he intentar de escapar antes que aquel hombre llegara a matarlo sacándole el corazón y se escapo y salió bien parado conservando la vida.

Pues señor Aconsejado, aconsejad a aquel vuestro pariente que si Dios le hizo caer en tierra pues no se extrañe que las cosas no le salgan como el quiere esto lo harán fuerte y podrá aprender a tener dominio de si mismo, pues tenemos que esforzarnos para aprender a vivir con los pequeños contratiempos de cada día, y convivir con nuestros vecinos aguantando la pequeñas cosas. Mas si llegaran estos mismos vecinos a hacernos cosas grandes es mejor defenderse, que más vale una vez colorado que cien veces amarillo

Moraleja:
Aprende a sufrir cosas pequeñas
en cuanto no te causen a ti daño
ignorando al que de ti murmure
pero si llegas a tiempo defiendete.

A los porfiados y necios
el mayor de los desprecios
es no hacerles nunca caso.

Hola Agustin y familia. Hola Chusqui y Renato.
Parece que quiere entrar.
Paco.

EN EL CINE EN MADRID
• Un catalán, obligado a quedarse el fin de semana en Madrid, decide ir al cine, para matar el tiempo.
Elige uno antiguo en la Gran Vía y en esas está, yendo y viniendo, cuando la muchacha de la taquilla le dice:
– Señor, ésta es la 5ª vez que compra la entrada.
Él le contesta:
– Es que el ‘fill de puta’ de la puerta me la rompe…

EL TÍO DEL RECORD
• – Venía a inscribirme en el libro Guinness World Records.
– ¿Qué ha hecho usted?
– He hecho este puzzle en un año.
– ¿Y dónde está la dificultad?
– En la caja ponía: de 4 a 5 años.

EL CANDIL

El resplandor de tu llama,
era la luz que allí había,
en los hogares con calma,
en conventos y la abadía.

En los cortijos y aldeas,
en quinteria o alquería,
se cosieron las albardas,
y a tu luz, lana se hilaría.

Estaba el candil colgado,
por aceite alimentado,
en su torcía chupando,
sereno iba alumbrando.

En transnochás en la Mancha,
en posadas y caseríos,
de labriegos con escarcha,
tu candil, siempre encendio.

Los tratos se iban cerrando,
a tu resplandor ganando,
con el apretón de manos,
los candiles castellanos.

Hoy viejo candil ya eres,
en museos coleccionista,
sigue alumbrando la vista,
para hombres y mujeres.

Paco.