El trasvase de la palabra
El otro día asistí a una comida de hermandad cosa que me agrada por ver a los compañeros de tiempos pasados y poder cambiar algunas impresiones con ellos recordando el oleaje de la mar la cual unas veces estaba en calma y otras encrespada pero ya la nave llegó a puerto, y aunque esta amarrada el agua la suele mecer.
Pero como siempre a la hora de la despedida surge la apetencia de seguir comunicándonos por escrito ahora que da tantas facilidades el correo electrónico, pero siempre con la exigencia de que nadie quiere ser el primero todos queremos primero tener las señas del remite.
Yo confieso mi verdad de que algunas veces parece que han molestado mis correos o mis visitas y por ello, ó bien no escribo o no visito, porque en este aspecto no me pica la curiosidad, siempre he dado mi trabajo por hecho y nunca me ha dolido prenda de ser el primero, pero con el tiempo y la experiencia uno se lo piensa mejor.
No me pasa igual con las personas que ya gozan de la paz eterna, con estos me comunico siempre y me esperan con agrado aunque algunos tarde más en recordar, pero cuando los solicito siempre tienen la deferencia y la disponibilidad de saber escucharme y no se molesta a la hora de la despedida, ni un servidor teme ponerse en pie.
Hoy por ejemplo y de buena mañana se me ha hecho presente un buen amigo mío de los que gozan ya de acreditada y bien ganada fama recogida esta entre sus contemporáneo y que ha traspasado el umbral de la frontera histórica, y todos podemos leer los no muchos escritos que nos legara él para la posteridad, y le podemos preguntar con toda confianza porque no suele molestarse y nunca tiene prisas, este del cual los estoy hablando es EPITECTO, fíjate hasta me dice que me ahorre el nombre de señor en su encabezamiento, pero siempre reconocí su autoridad.
Con este amigo he estado hablando de ciertas visitas que se cuelan por no se que rendijas del cuerpo y tenemos que recibirlas con agrado porque de todas formas casi siempre vienen para quedarse más o menos una temporada con nosotros y nos hemos de llevar bien con ellas para soportarlas con agrado y no desesperar, que esta es otra.
Estoy hablando como todos podéis imaginar de la ENFERMEDAD, si señor esta nos visita muchas veces cuando menos la esperamos y no suele decirnos nada con antelación ni el tiempo que estará en casa, espera que nosotros tomemos contacto con ella para ir conociéndola y amándola y de esta forma se va abriendo con nosotros y nos suele contar algunos de sus secretos.
Razón tenía nuestro amigo cuando hablaba de las cosas que están en nuestro poder y aquellas que están fuera de nuestro alcance, y que no tenemos ninguna autoridad para contrarrestarlas, unas son propias y otras nos son ajenas.
Cuando ya se van como digo y sin despedirse, uno si que se acuerda de ellas, para comprobar como nos sentimos al presente y de cómo estábamos afectados cuando esta visitadora estaba entre nosotros que con su presencia la casa parecía hasta más pequeña y es que su trato muchas veces era absorbente.
Aquí me viene a la mente una de las frases que trae la oración que un día me diera la señora que se cuidaba de la limpieza del PARKING, que por cierto el otro día me la encontré que iba con su hija, ya es mayorcita la señora y aunque no esta muy bien de la vista goza de una memoria esplendida, con decirte que cuando escucho mi voz dijo al instante mi nombre.
No se me ha olvidado las frase que quiero repetir porque la tengo gracias a Dios bien memorizada, y es que como dicen en psicología que en la repetición de las cosas se va ganando agilidad, para esto vamos la mayoría al gimnasio a estirar nuestros músculos y ponerlos a punto a través del ejercicio.
La frase esta, como digo te invita hacer un ejercicio de memoria la tan necesaria para la vida cotidiana y cuantos beneficios nos comporta la MEMORIA que aunque lo que le preguntamos algunas veces no lo tiene a mano, ella mismo se encarga de buscarlo y cuando menos lo esperamos no los trae al presente y nosotros reconocemos que fue lo que le preguntamos y asentimos con ella y lo damos por verdadero, por este motivo vemos los imprescindible que esta facultad se hace en la tercera edad para vivir el presente, por lo cual aquí traigo la palabra de la cual te estoy hablando: “ Enséñame Señor a recordar mi pasado y a vivir mi presente/ has que sepa estar sólo y acompañado”..
Aquí lo dejo
El otro día asistí a una comida de hermandad cosa que me agrada por ver a los compañeros de tiempos pasados y poder cambiar algunas impresiones con ellos recordando el oleaje de la mar la cual unas veces estaba en calma y otras encrespada pero ya la nave llegó a puerto, y aunque esta amarrada el agua la suele mecer.
Pero como siempre a la hora de la despedida surge la apetencia de seguir comunicándonos por escrito ahora que da tantas facilidades el correo electrónico, pero siempre con la exigencia de que nadie quiere ser el primero todos queremos primero tener las señas del remite.
Yo confieso mi verdad de que algunas veces parece que han molestado mis correos o mis visitas y por ello, ó bien no escribo o no visito, porque en este aspecto no me pica la curiosidad, siempre he dado mi trabajo por hecho y nunca me ha dolido prenda de ser el primero, pero con el tiempo y la experiencia uno se lo piensa mejor.
No me pasa igual con las personas que ya gozan de la paz eterna, con estos me comunico siempre y me esperan con agrado aunque algunos tarde más en recordar, pero cuando los solicito siempre tienen la deferencia y la disponibilidad de saber escucharme y no se molesta a la hora de la despedida, ni un servidor teme ponerse en pie.
Hoy por ejemplo y de buena mañana se me ha hecho presente un buen amigo mío de los que gozan ya de acreditada y bien ganada fama recogida esta entre sus contemporáneo y que ha traspasado el umbral de la frontera histórica, y todos podemos leer los no muchos escritos que nos legara él para la posteridad, y le podemos preguntar con toda confianza porque no suele molestarse y nunca tiene prisas, este del cual los estoy hablando es EPITECTO, fíjate hasta me dice que me ahorre el nombre de señor en su encabezamiento, pero siempre reconocí su autoridad.
Con este amigo he estado hablando de ciertas visitas que se cuelan por no se que rendijas del cuerpo y tenemos que recibirlas con agrado porque de todas formas casi siempre vienen para quedarse más o menos una temporada con nosotros y nos hemos de llevar bien con ellas para soportarlas con agrado y no desesperar, que esta es otra.
Estoy hablando como todos podéis imaginar de la ENFERMEDAD, si señor esta nos visita muchas veces cuando menos la esperamos y no suele decirnos nada con antelación ni el tiempo que estará en casa, espera que nosotros tomemos contacto con ella para ir conociéndola y amándola y de esta forma se va abriendo con nosotros y nos suele contar algunos de sus secretos.
Razón tenía nuestro amigo cuando hablaba de las cosas que están en nuestro poder y aquellas que están fuera de nuestro alcance, y que no tenemos ninguna autoridad para contrarrestarlas, unas son propias y otras nos son ajenas.
Cuando ya se van como digo y sin despedirse, uno si que se acuerda de ellas, para comprobar como nos sentimos al presente y de cómo estábamos afectados cuando esta visitadora estaba entre nosotros que con su presencia la casa parecía hasta más pequeña y es que su trato muchas veces era absorbente.
Aquí me viene a la mente una de las frases que trae la oración que un día me diera la señora que se cuidaba de la limpieza del PARKING, que por cierto el otro día me la encontré que iba con su hija, ya es mayorcita la señora y aunque no esta muy bien de la vista goza de una memoria esplendida, con decirte que cuando escucho mi voz dijo al instante mi nombre.
No se me ha olvidado las frase que quiero repetir porque la tengo gracias a Dios bien memorizada, y es que como dicen en psicología que en la repetición de las cosas se va ganando agilidad, para esto vamos la mayoría al gimnasio a estirar nuestros músculos y ponerlos a punto a través del ejercicio.
La frase esta, como digo te invita hacer un ejercicio de memoria la tan necesaria para la vida cotidiana y cuantos beneficios nos comporta la MEMORIA que aunque lo que le preguntamos algunas veces no lo tiene a mano, ella mismo se encarga de buscarlo y cuando menos lo esperamos no los trae al presente y nosotros reconocemos que fue lo que le preguntamos y asentimos con ella y lo damos por verdadero, por este motivo vemos los imprescindible que esta facultad se hace en la tercera edad para vivir el presente, por lo cual aquí traigo la palabra de la cual te estoy hablando: “ Enséñame Señor a recordar mi pasado y a vivir mi presente/ has que sepa estar sólo y acompañado”..
Aquí lo dejo