Y así como sería cosa lastimera si aconteciese a un mercader que, después de haber padecido, navegando, grandes fortunas, y después de haber doblado muchas puntas, y vencido muchas corrientes, y navegado por muchos lugares no navegados y peligrosos, habiéndole Dios librado de todos, y viniendo ya con su nave entera y rica, y él gozoso y alegre, para descansar en el puerto, quebrase en él y se anegase; así es lamentable miseria la de los hombres que bracean y forcejean todos los días contra las corrientes de los trabajos y fortunas desta vida, y se vadean en ellas, y en el puerto de sus casas perecen; y les es la guarda destruición, y el alivio mayor cuidado, y el sosiego olas de tempestad, y el seguro y el abrigo, Scila y Caribdis, y peñasco áspero y duro. Pues no ha de ser así, sino muy al contrario.