El farol que aparece en la foto es nuevo para mí. En la segunda puerta, de izquierda a derecha, vivía Sotero, quien era sastre. Su hijo era amigo de mi hermano Pichi. También han puesto una barandilla donde antes no existía, ahora es menos peligroso. Recuerdo que, en el rincón de la derecha, un día de invierno se arremolinaban los papeles y un pobre joven llamado Maeno, quien era retrasado mental, se quitó los pantalones, quedó con las bolas colgando y se puso a recogerlos. Entonces salieron las hijas del boticario, que eran jóvenes muy bellas, y le taparon el rabo. Ese recuerdo quedó grabado en mi memoria.
V.S.
V.S.