La campana de la iglesia, ALCONCHEL DE LA ESTRELLA

(16 de Julio de 2013)
¡Amigo, amigo! Si alguna vez ves a un duende y decides robarle su montón de oro, no se te ocurra quitarle la vista de encima ni un instante… ¡y recuerda la historia de Pat Fitzpatrick y sus tirantes de color rojo!
Resoplando, se detuvo en lo alto de la colina para secarse el sudor. Y entonces vio ante él un espectáculo que le dejó boquiabierto. ¡Pobre Pat! De cada uno de los cardos colgaba un par de tirantes rojos, ¡miles y miles de tirantes rojos! Tenía ahora tantas probabilidades de reconocer el cardo del duende como de reconocer una gota de agua en el mar de Irlanda. ¡Menudo fiasco!
—Con que pensaste que ibas a burlarte de mí, ¿eh? —dijo jadeando—. ¡Pero no has tenido en cuenta la inteligencia de Pat Fitzpatrick!
A Pat eso no le importó. Corrió a su casa y cogió una pala. Era tan pesada que tuvo que llevarla arrastrando hasta la colina.
Pero en cuanto apartó la vista, el duende se esfumó en el aire y desapareció.