Con este mensaje trato de llegar a todas aquellas personas, que desvían la atención hacia si mismo y lo convierten en su principal objetivo, sin importarles el daño que causan a los demás. Creen que utilizar a la gente en su beneficio, les aportará comodidad. Solo cuenta su persona y bienestar, el resto de semejantes son manipulados para servirse, como lucro a dar rienda suelta al egocentrismo y egoísmo desarrollado. Deben percatarse de ese error, para evitar el aislamiento, que más tarde o más temprano puede fraguar su destino y volverse en contra de ellos mismos.
Comienzo:
Las diferentes formas de la personalidad del ser humano, se mueven con parámetros distintos y fluctúan en su evolución dentro de unas bandas más o menos estables. Si su nivel de desarrollo es positivo, les aportará integración y su estado anímico, redundará en beneficio de ellos. Si por el contrario se desplaza en el sentido negativo, les creará inestabilidad y deterioro que afectará a su relación social y emociones.
Todo estado no integrador, si nos dirigimos a estadios inferiores, es seguro, frenará el crecimiento personal y ello fijará compulsiones, seguido de un deterioro progresivo, de nuestros valores éticos y morales. Al llegar al límite de ese punto, los pecados capitales toman cuerpo y poco a poco, se apoderarán de nosotros, transformándonos en verdaderos autómatas de esas percepciones. El paso siguiente será desvirtuar los conceptos claves de una completa integración del ser, reportándonos una posible fragmentación de las mismas y dando lugar a pasiones como el orgullo, la vanidad y el egoísmo entre otras, que serán los partícipes válidos que nos acompañarán, cegando nuestra visión más plural y estrechándola a niveles mentales, en la relación y empatía hacia los demás.
Cuando todo eso se cumple, estamos muy cerca de un sentir propio y egoísta, del solo existo yo, la gravedad de ello estriba en un egocentrismo claro y evidente, en detrimento del respeto y comprensión hacia los sentimientos ajenos.
Las personas que se mueven en esta línea de comportamiento, son tan sumamente egoístas, que prima su yo y comodidad, sin importarles el daño que pueden causar al prójimo. Intentan en todo momento la manipulación, para servirse de ellos, como comodines necesarios para su propio bienestar. Lo que ellos ignoran, es que se engañan así mismos, al no percatarse de su deterioro progresivo y de la visión final que transmiten a la sociedad. Una vez son descubiertos, la mayoría los ignora y su relación deja de ser tan exitosa, con respecto a años atrás.
El ser humano, está obligado por su propia naturaleza a desarrollarse y adquirir experiencia de todos sus movimientos. Si es plural abierto de mente y ve al prójimo como parte integrante de un todo, donde todos nos hallamos incluidos, será cierto que su evolución, madurez y sentimientos, serán los pilares básicos, que les conducirán hacia un proceso de integración con su verdadero ser. Si por el contrario, somos superficiales, materiales y no sensitivos, perderemos perspectiva y el paso siguiente es posible sea, la desintegración de nuestros niveles válidos, ante una proyección que pudiese positivar nuestros niveles de conciencia.
Si solo existo yo, no cuento con el resto, la gravedad de todo esto, es el continuo aislamiento y como consecuencia el final de algo, que ha madurado de manera frívola e inconsciente, al no haber entendido, que el amor y empatía hacia el prójimo, nos hace más integradores, permitiendo nuestra propia evolución y a su vez el respeto y cariño de nuestros semejantes.
Todos somos parte de un todo y a pesar de ser cada sujeto único y distinto, nos movemos al compás del baile de la vida y en ese ritmo somos un cuerpo único. Cualquier desviación en contra de esta pluralidad universal, nos apartará del sentido real y navegaremos como auténticos ermitaños a la deriva, en busca de una respuesta que posiblemente no nos llegue y si lo hace, es posible que sea demasiado tarde.
Comienzo:
Las diferentes formas de la personalidad del ser humano, se mueven con parámetros distintos y fluctúan en su evolución dentro de unas bandas más o menos estables. Si su nivel de desarrollo es positivo, les aportará integración y su estado anímico, redundará en beneficio de ellos. Si por el contrario se desplaza en el sentido negativo, les creará inestabilidad y deterioro que afectará a su relación social y emociones.
Todo estado no integrador, si nos dirigimos a estadios inferiores, es seguro, frenará el crecimiento personal y ello fijará compulsiones, seguido de un deterioro progresivo, de nuestros valores éticos y morales. Al llegar al límite de ese punto, los pecados capitales toman cuerpo y poco a poco, se apoderarán de nosotros, transformándonos en verdaderos autómatas de esas percepciones. El paso siguiente será desvirtuar los conceptos claves de una completa integración del ser, reportándonos una posible fragmentación de las mismas y dando lugar a pasiones como el orgullo, la vanidad y el egoísmo entre otras, que serán los partícipes válidos que nos acompañarán, cegando nuestra visión más plural y estrechándola a niveles mentales, en la relación y empatía hacia los demás.
Cuando todo eso se cumple, estamos muy cerca de un sentir propio y egoísta, del solo existo yo, la gravedad de ello estriba en un egocentrismo claro y evidente, en detrimento del respeto y comprensión hacia los sentimientos ajenos.
Las personas que se mueven en esta línea de comportamiento, son tan sumamente egoístas, que prima su yo y comodidad, sin importarles el daño que pueden causar al prójimo. Intentan en todo momento la manipulación, para servirse de ellos, como comodines necesarios para su propio bienestar. Lo que ellos ignoran, es que se engañan así mismos, al no percatarse de su deterioro progresivo y de la visión final que transmiten a la sociedad. Una vez son descubiertos, la mayoría los ignora y su relación deja de ser tan exitosa, con respecto a años atrás.
El ser humano, está obligado por su propia naturaleza a desarrollarse y adquirir experiencia de todos sus movimientos. Si es plural abierto de mente y ve al prójimo como parte integrante de un todo, donde todos nos hallamos incluidos, será cierto que su evolución, madurez y sentimientos, serán los pilares básicos, que les conducirán hacia un proceso de integración con su verdadero ser. Si por el contrario, somos superficiales, materiales y no sensitivos, perderemos perspectiva y el paso siguiente es posible sea, la desintegración de nuestros niveles válidos, ante una proyección que pudiese positivar nuestros niveles de conciencia.
Si solo existo yo, no cuento con el resto, la gravedad de todo esto, es el continuo aislamiento y como consecuencia el final de algo, que ha madurado de manera frívola e inconsciente, al no haber entendido, que el amor y empatía hacia el prójimo, nos hace más integradores, permitiendo nuestra propia evolución y a su vez el respeto y cariño de nuestros semejantes.
Todos somos parte de un todo y a pesar de ser cada sujeto único y distinto, nos movemos al compás del baile de la vida y en ese ritmo somos un cuerpo único. Cualquier desviación en contra de esta pluralidad universal, nos apartará del sentido real y navegaremos como auténticos ermitaños a la deriva, en busca de una respuesta que posiblemente no nos llegue y si lo hace, es posible que sea demasiado tarde.