Este año no he podido ir por la fiestas de los santos, no se, si habrán manchado la puerta con gachas. Esa bonita tradicción es posible que se pierda, seguro que los que limpiabamos los restos al día siguiente, la echaremos en falta. Recuerdo que nos cabreaba por lo mal que se quitaban, pero en nuestro fuero interno, ese momento era recordado como una necesidad, que esperabamos año tras año.
El año pasado la puerta de mi casa estaba limpia de gachas, y no como otros años que cuando llegabamos al pueblo nos sentaba fatal verla manchada. Recuerdo que al intentar quitarlas de la puerta quitamos algo de pintura y tuvimos que pintarla de nuevo. Para la gente que vive habitualmente en el pueblo no es difícil quitarlas, pero para los que vamos después de tres meses o más, es una ardua tarea. A mí lo que me gusta es comerlas. Con unos trocitos de chorizo y torreznos acompañados de sus ajos están buenísimas. Un abrazo para todos desde Madrid.