(Segunda parte: Rosa)
Decía yo cuando cerré aquella puerta, que te nombraría Rosa, si te escribía algún día. El día llegó: brillan las estrellas, y me hago el regalo de sus guiños bas brillantes.
Aquella pasión, aquella éxtasis, aquella trucada ternura, aquel universo forjado en mi inexperiencia, no era el universo que yo buscaba: yo buscaba lo exacto; no te extrañe que todo condujo a la nada. Aquella rosa, sola y joven, se empeñaba, en empañar mis cielos con sus peores hojas...! Y yo que ya palpaba tu vientre denudo, y te decía, mil cosas, mil cosas, y a veces me temblabas...!
Era nuestro Abril. Nuestro Abril feneció. Un viento helado, seco tus labios. Un frío horrible sacudió nuestros cuerpos, antes de el fracaso: un tiempo después de estrenarnos en caricias. Eran nuestro jilgueros primaverales, cantando hacia la dicha.
Hoy... ya sé que estás encarcelada, entre cadenas, de dolor y de nostalgias...
Solo murmuro:! pobre me das lastima, ya no te queda nada!
Solo tu nombre -nombre de flor- el que yo te nombraba. Eres otoño: árbol sin hojas, ramas desnudas, y secas; perdida su sabía.
Yo esperé en la esperanza de que tus vuelos, fueran vuelos pasajeros, y hasta, se escaparon rugidos de mi garganta. Yo esperé dolorido y solitario, en mitad de el camino; por dentro desgajado y te miraba. Y veía como tus ojos sin mirada, se tornaban, sin esa luz primera. me miraban apagados. y los míos te miraban, primero, despacio, oteando tu palidez,, descubriendo, tus falsas alegrías: tu fracaso. Fuera así Rosa, que morirían, todos los besos, todas las caricias. Fuera así que perecieran los sonoros cantos, las multiplicadas pasiones; el joven retozar bajo los robles; soñando con eternas primaveras.
Me temblaba la mano, me temblaba la pluma de mi memoria, cuando yo quise escribirte desde mi ternura a tu ternura destrozada. Te lo dije Rosa... ¿recuerdas? Te lo dije Rosa, y mis ojos ya no vertieron mas lágrimas. Te dije, Rosa, que mi puerta, al amor se cerraría. Te lo dije desde mi pecho llorando aquella inesperada ausencia. te lo dije cuando supe te habías extraviado entre la niebla.
Luego supe que cruzarías el puente hacia las noches tristes, por calles de espesa niebla, y... te perdiste Yo trataba de arañar versos de cuando casi niños y quise llorar contigo, como cuando, la vez primera, tu cuerpo desnudo sobre el mío, se prometieron dicha eterna.
Fuera así como yo me quedaría de repente solo, malherído y perdida mi alegría.
Fueras así como me alejaría de tu camino, emprendiendo el mío y... ganando la partida.
Fuera así como tuve el valor de decirte:! No, no regreses a mi Rosa... tu desleal proceder, procuraré arrojarlo al olvido!
Solo por curiosidad, años después visitaría, aquel montón de piedras, al pie de aquellos árboles; yacían, desparramadas entre la hierba.
LIBERTAD.
Decía yo cuando cerré aquella puerta, que te nombraría Rosa, si te escribía algún día. El día llegó: brillan las estrellas, y me hago el regalo de sus guiños bas brillantes.
Aquella pasión, aquella éxtasis, aquella trucada ternura, aquel universo forjado en mi inexperiencia, no era el universo que yo buscaba: yo buscaba lo exacto; no te extrañe que todo condujo a la nada. Aquella rosa, sola y joven, se empeñaba, en empañar mis cielos con sus peores hojas...! Y yo que ya palpaba tu vientre denudo, y te decía, mil cosas, mil cosas, y a veces me temblabas...!
Era nuestro Abril. Nuestro Abril feneció. Un viento helado, seco tus labios. Un frío horrible sacudió nuestros cuerpos, antes de el fracaso: un tiempo después de estrenarnos en caricias. Eran nuestro jilgueros primaverales, cantando hacia la dicha.
Hoy... ya sé que estás encarcelada, entre cadenas, de dolor y de nostalgias...
Solo murmuro:! pobre me das lastima, ya no te queda nada!
Solo tu nombre -nombre de flor- el que yo te nombraba. Eres otoño: árbol sin hojas, ramas desnudas, y secas; perdida su sabía.
Yo esperé en la esperanza de que tus vuelos, fueran vuelos pasajeros, y hasta, se escaparon rugidos de mi garganta. Yo esperé dolorido y solitario, en mitad de el camino; por dentro desgajado y te miraba. Y veía como tus ojos sin mirada, se tornaban, sin esa luz primera. me miraban apagados. y los míos te miraban, primero, despacio, oteando tu palidez,, descubriendo, tus falsas alegrías: tu fracaso. Fuera así Rosa, que morirían, todos los besos, todas las caricias. Fuera así que perecieran los sonoros cantos, las multiplicadas pasiones; el joven retozar bajo los robles; soñando con eternas primaveras.
Me temblaba la mano, me temblaba la pluma de mi memoria, cuando yo quise escribirte desde mi ternura a tu ternura destrozada. Te lo dije Rosa... ¿recuerdas? Te lo dije Rosa, y mis ojos ya no vertieron mas lágrimas. Te dije, Rosa, que mi puerta, al amor se cerraría. Te lo dije desde mi pecho llorando aquella inesperada ausencia. te lo dije cuando supe te habías extraviado entre la niebla.
Luego supe que cruzarías el puente hacia las noches tristes, por calles de espesa niebla, y... te perdiste Yo trataba de arañar versos de cuando casi niños y quise llorar contigo, como cuando, la vez primera, tu cuerpo desnudo sobre el mío, se prometieron dicha eterna.
Fuera así como yo me quedaría de repente solo, malherído y perdida mi alegría.
Fueras así como me alejaría de tu camino, emprendiendo el mío y... ganando la partida.
Fuera así como tuve el valor de decirte:! No, no regreses a mi Rosa... tu desleal proceder, procuraré arrojarlo al olvido!
Solo por curiosidad, años después visitaría, aquel montón de piedras, al pie de aquellos árboles; yacían, desparramadas entre la hierba.
LIBERTAD.