Artículo de opinión Manuel Franco Alvaro, afiliado a CCOO
No está el horno para bromas, pero tampoco lo está para confusiones o supersticiones, que es peor. La seguridad del ludópata es lo que se desprende de las declaraciones de los portavoces del Comité de Empresa, arropando la inoperancia de la burocracia sindical.
El convencimiento de que la planta no se va a cerrar, sin ofrecer la mínima garantía, es una osadía imprudente. La mayoría de trabajadores de Elcogás, así como muchos trabajadores y vecinos de la localidad, estamos convencidos de la viabilidad de la central. Pero los intereses del oligopolio, que aún no se ha pronunciado más que en sus peticiones al gobierno para que les regale el carbón nacional, no siempre corresponden con los intereses socio-económicos de la población o el sentido común. No tenemos (o se oculta) conocimiento de que el ministro haya dado un puñetazo encima de la mesa durante sus estrechas relaciones con las eléctricas… Las únicas garantías para tan segura apuesta son una sonrisa del señor Soria y un grupo de trabajo entre “agentes sociales” cuyo único papel es consultivo-florero. No tenemos nada.
Lo que los señores que deciden sobre Elcogás se juegan en esta partida es mucho más (para ellos por supuesto) que 300 o 1500 puestos de trabajo, en otras ocasiones han firmado muchos más despidos y después lo han celebrado (el esfuerzo negociador, se entiende ¿no?) con una buena cena en la que han participado de “espías” algunos dirigentes sindicales. Se juegan su lugar en ese estanco y “pequeño” mercado interno que es el propio oligopolio.
Una magnifica movilización como la del día 10 es insuficiente para que estos señores introduzcan a Elcogás en su juego de poder y dinero. Por otro lado, para muchos de los que en ella hemos participado, y tras la experiencia tan negativa de la política sindical en las últimas décadas, es poco recoger un grupo “centro de mesa” y una mueca de solidaridad del Ministro.